La tarde era lluviosa, pero no fría, pero el ambiente nublado hacia ver el parque con cierta oscuridad.
En una banca esperaba paciente el hombre, no era viejo, pero los años y las experiencias cobraron sus frutos.
Su mirada indefinible se perdía en las oscuras nubes, pudiera ser melancolía, triste o tal vez absorta.
La joven se acerco y sin que el hombre se moviera, se sentó junto a el.
Estoy aquí ya, se escucho decir a la figura femenina.
-- Lo sé; fue respuesta en tono indefinido.
Quiero hacerlo hoy mismo
--¿Tus problemas siguen?
Más que nunca, algo murió entre nosotros.
El hombre maduro, giró la cara lentamente hacia la hermosa joven y fijando su mirada en los irritados ojos de ella, le preguntó.
--¿Quieres hacer el amor conmigo, por que no lo puedes hacer con tú marido?
Ella se descontrolo un poco ante la franca y directa pregunta.
Bueno, no es precisamen….pero fue interrumpida en forma brusca por la voz del hombre de la banca.
--Sería un doble error, tuyo y mío, el tuyo sería justificable por la crisis que atraviesas, ¿pero el mío?
¿No me deseas? Pregunto nerviosamente la mujer.
--¿Y eso que tiene que ver? Pero te diré que si te deseo, más de lo imaginable, pero esa no es la respuesta que necesitas.
Cual entonces es mi respuesta.
--Tú marido y tú la deberán encontrar.
La mujer se levanto de la banca del jardín, su cara se veía descompuesta, las manos crispadas, se sentía sola y abandonada.
El hombre la detuvo y acariciando su mano, deposito en su palma una pequeña piedra.
Toma esto por favor, deposítalo debajo de la cama donde ambos duermen, acaríciala varias veces, perfúmala al mismo tiempo que tú te perfumas, has que recorra tu cuerpo varias veces como si fuera parte de las manos de tu esposo y luego sin que le digas nada de esto a tu marido, recíbelo con la mejor de tus sonrisas, muéstrate cariñosa, sensual, conquístalo.
La mujer apretó la piedra, al tiempo que contestaba.
Pero es que él, llega con actitudes tan raras y..
--Por eso te doy la piedra, ella aumentara tu natural sensualidad, resaltara tus encantos y aumentara la seguridad en ti misma. Esa piedra me la regalo un viejo amigo brujo, es mágica, no la prestes jamás, y cuando resuelva tus problemas solo regálala a alguien que la necesite.
La mujer se perdió entre la lluvia
El hombre sonrió y satisfecho ya qué por su experiencia sabía de antemano el resultado, se levantó y camino hacia la cafetería , el tiempo hacía el deseo de una bebida caliente.
Pocos pasos adelante, se agacho y dirigió su mano hacia el piso del jardín y tomo una piedra, al tiempo que musitaba, tú compañera ya está en un misión, ahora tú estarás conmigo, hasta que sea necesario hacerte mágica,
Las pequeñas piedras crujían por su caminar.
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