Es hora de un día Acéfalo.
Uno el cual olvide su cabeza, si no es capaz de quitársela.
Deseémos un día de olfato y ojo puro.
Sin el oído analítico que corroe la belleza de lo simple.
De lo intacto.
Sonríamos sin razón.
Porque hoy el sentido se revierte,
y es el pensamiento el que no nos merece.
Texto agregado el 20-09-2006, y leído por 121
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