La clase de matemática fue para Adrián lo que sería la Santa Inquisición para Galileo. Resignarse, fue realmente humillante, ver como todos sus compañeros se reían desde diferentes direcciones, y aún peor era levantar la mirada, ya que la forma en U de la distribución de los asientos no dejaba a nadie fuera del contacto visual de los demás.
Él les había dicho, que sí se podía, el ejercicio no era imposible, lo había calculado con cierta dificultad, pero lo había logrado. Ni siquiera el profesor que afirmaba como siempre, que "todo era fácil", lo había resuelto. Al fin y al cabo, el señor eliminó el ejercicio de la tarea. Ante la insistencia de Adrián, supo decir que no se iba a dignar revisar el procedimiento, de lo que debía ser, un engaño. (Seguramente el chico había conducido los números hacia el resultado.)
Adrián cerró su cuaderno y agachó la cabeza...tal vez, en unos cientos de años, otras personas se estarían riendo y llamando estúpidos a gente como el profesor y sus compañeros, mientras revisaban biografías de famosos, y entre ellos, la de Adrián, por ser el único en haber resuelto el ejercicio 28. |