Me desperté sintiendo ese olor a hospital, que te enferma virtualmente y te hace sentir la necesidad de estar en ese lugar. Pero en el fondo de mi ser, sabía que no debía estar ahí, sino sobre una escalera en A, colocando los arreglos para el cumpleaños de Martín.Su fiesta...¡se la había prometido! Y yo lo tenía que arruinar todo cayéndome desde el quinto escalón. Me resigné al hecho de que él me odiaría aunque no se diera cuenta de que lo hacía.
Mi hermana entró al cuarto, Martín estaba agarrando su mano.Ya tenía ocho años.
- Yo no sé mucho de tu vida, hermana - me dijo Julia- pero a veces creo que si no hicieras tantas cosas tú sola, no pasarían estas cosas. Tal vez si conocieras a alguien...
La miré queriendo demonstrarle que su comentario no era oportuno. Ella demostraba una vez más su falta de reflexión sobre las situaciones. Girando mi cabeza, sintiendo el vendaje un tanto húmedo, no me contuve:
- Yo tampoco sé mucho de la tuya, Julia, pero si sé que no podría ser feliz con un hombre, sin antes haber logrado hace feliz al único hombrecito que ha hecho de mi vida menos desolada.
Se quedó observándome sin entender, típico de ella. Después de un rato de silencio, al parecer quiso responder, y cuando ví que abría la boca, cerré los ojos, y me hice la dormida. |