Todo es un nivel de conciencia... así de absurdo todo, así las cosas, así el amor, y ya no me permiten escribirlo, nunca escribir dañó tanto a una persona, vuelo demasiado y puedo dañarme los ojos. Escupo ideas a la pared que se muestra seria e impasible, dejo la normalidad a un lado cerca del cómodo del que bebo mis orines y empiezo en un éxtasis a recordarlo todo.
Mi mente decidió dejar de dormir un día (como cuando me dijeron que debía estudiar administración de empresas y terminé trabajando en un maldito banco, lleno de presiones absurdas), y eso fue lo que sé que desencadenó todo, como el día en que ya no me gustó jugar a la pelota en el parque, o el día en que me di cuenta de que me lo pasaba justificándome de todo: "No soy tan mal tipo", más o menos más allá de lo que creo que cumplo las expectativas de lo que se espera de mí. ¿Por qué no puedo ser sólo pintor? ¿Por qué tengo que ser médico o licenciado? cualquier opción diferente es mala, mal vista.
Debo dejar de pertenecer a este cuerpo cárcel, para pertenecerle a mi arte, más allá del dolor, lo he visto y lo he sentido, lo he logrado con mi propia ayuda, es prioritario comprender todo esto sin buscar el por qué de vivir, el por qué seguir divagando, el porque sí, quitándome los vidrios de los ojos, esas barreras supuestamente conceptualizadas como prejuicios, porque aunque esta permitido alcoholizarse, no me dejan alejarme de este entorno social, de toda esta basura de todos los días lo mismo, de la gente que se viste toda igual queriendo ser auténticos... ahora cultivo mi cuerpo, y soy sano y me cuido y tomo agua, y me quiero..., por eso me ejercito.
Mierda, debo cultivar mi cerebro, lo que experimento es una barrera, quisiera ser letras y sonidos, ser placer puro, arte constante, y no cuerpo. Soy letras y sonidos, soy una sombra sin cuerpo, poco a poco me frustro por no abrir esas puertas, por no encontrar el método y la técnica perfecta de transmitir todo lo que me impide transmutar y aburrirme, maldito concepto inventado por la publicidad para enajenarme, y formo parte de un maldito grupo, de los negros, de los blancos, de los cuerdos, de los solitarios, todos tienen complejo de Linneo, queriendo clasificarlo todo.
Ahora no me mido, esto me sensibiliza, esto está creado para cumplir con ese fin, ese propósito productivo, desde mi conciencia de máquina me duelen los fierros, los engranes, y proceso información mecánicamente. Por eso no pueden apreciar mi arte, sólo ven el producto terminado pero no el proceso creativo que generó esta técnica tan depurada, que sólo demuestra mi relativo grado de libertad, porque soy libre cuando creo algo y no cuando creo en algo, cuando me olvido de mí por hacer lo que me enfermo por lograr hasta conseguirlo sin permitirme enfermar hasta concluir el proceso.
Hay otros interruptores que me hacen olvidar la hora, el día, comer, dormir, perder el tiempo en algún lugar lejos de la risa, cagado y tocado de la mente si veo lo absurdo de musicalizar algo, como si cuando llore no surja nunca melodía alguna tonta y triste, mientras la ventana que da al parque anuncia que va a llover, siempre que después del sonido viene el silencio, y viceversa, donde en una esquina me pregunto si todos crecemos igual, rodeados de paredes blancas, con la misma cantidad de cariños, en ese absurdo preguntarse si soy culpable de lo que todos dicen y me acusan, quien me vea a la cara no sabe si fui yo el culpable que lo hizo, terminar enclaustrado por algo que nadie puede demostrar.
El lugar estaba demasiado caliente, y tuve que aflojar después de algunos patadones en los huevos, "quisiera rayarme igual todos los días, jajaja" dijo el cerdo que me agarró gracias a un dealer, y yo sangrado y apenado cuando llegó mi tío, pidiendo que me regresaran mi café después de habernos desfalcado a mordidas antes de entrar al calabozo, petatazo por cínico y descarado.
Ellos me lo dicen, sus voces hablan siempre... Los otros también me dicen que es lo mejor para mí, no saben lo que ignoran, no pueden distinguir este modo de vida tan bello fuera de los estereotipos estéticos que me auto excluyen de aquellos que se jacten de no ser como yo, mi cabeza lo sabe, no somos tontos, por eso me lo ordena, y debo hacerlo aunque no quiera.
Estoy construido de los pedazos que resultan de aprovecharme de los errores y defectos de los demás, dejándoles en evidencia en sus puntos flacos y perfeccionando todo aquello que me puedan enseñar. ¿Qué no todos somos hombres y bellos por el simple hecho de serlo? No siempre pensé así, por ser moreno o güero, o amarillo, estereotipos de creer que lo uno es mejor que lo otro, más o menos enfermos si a todos nos ordeñan y nos sale leche del cerebro.
Necesitamos sacar nuestros traumas y diferenciarnos de los demás (por eso llevamos nombres que hasta nos marcan) y sin embargo requerimos comer y como seres sociales formarnos un sentido de pertenencia que no nos deje tan solos, lejos del hombre promedio, educado para emplearse y no emprender ni sobresalir, como cuando decir "morenito" suena despectivo, o como suena el salir los domingos en familia, o rezarle a los alimentos, así envenenarme con tabaco suena normal.
Ella me lo ordena, o ¿son ellos? Los demás no lo escuchan, por eso me aíslan, "por mi bien", no saben que en cuanto tenga la ocasión volaré lejos de su alcance y sus camisas apestosas, y regresaré al inicio con esa misma afirmación tan ordinaria que no evita que sucedan cosas peores o mejores que esta... aunque siempre me estén observando, creen que no me he dado cuenta.
Mi estado mental, absurdo para quien se cague de la risa de observarme, o de sólo verme, de solo mirarme, es más que el hecho de haberme cortado un testículo y haberlo introducido en mi ano a fin de embarazarme cuando pincharme el ojo con esa pinche jeringa no funcionó... pero volveré a intentarlo, no puedo desobedecerla. |