Había vivido inexistente; con la mirada extraviada en quien sabe que distancias; atormentado ante una ciudad; introvertido; manso. Bajo la angustia de esa eternidad en su oficina; cautivo por la vida; blanco; opacado ante la indiferencia de los otros. Deambulando entre dos límites; sin aferrarse a nada; etéreo; solitario. Hasta que lo regresaron a su tumba...