OVA 1: La noche (Folenair Inos)
La noche deambulaba entre los árboles del bosque que rodeaba el castillo. Husmeaba en cada uno de los troncos huecos en busca de alimento, carne vieja para arrancar de sus huesos y hacerla silencio en su oscuridad. Se inclinaba entre los árboles haciendo crujir sus débiles ramas que penas lograban soportar su peso, observaba la luna que lentamente la hipnotizaba hasta dominar todo el largo de su extensión, dejándola en un estado de letargo mientras le extraía el fluido de su esencia, opacando la oscuridad con su tenue brillo. Poco a poco la noche se iba encerrando en el dolor que la luz generaba al ingresar dentro suyo iluminado los rincones de su interior. Pero algo la despertaba de su ensueño, una fuerza que la obligaba a seguir vagando, una energía que no podía controlar y le recordaba que no era libre.
Un suave ruido comenzó a escucharse en la distancia, apenas una distorsión del plano para la noche, solo una onda que desformaba su realidad. Pero había un sentimiento que le hervía en la sangre, uno que hace tiempo esperaba salir y del cual no podía escapar. Sus ojos se agudizaron sobre el camino y esperó con una paciencia infinita, paciencia que había ido creciendo durante los años en los que ya nadie circulaba por esos rincones olvidados de la tierra. Esperó que la fuente del sonido se acercara hasta que ella pudiera verla y sintió como su saliva caía espesamente entre las hojas. De las espesuras del camino vio acercarse un carruaje que se desplazaba pesadamente, casi fantasmal, parecía como si su verdadero contexto estuviese en verdad en un lugar muy alejado de aquel, como si se hubiera equivocado de camino y no tuviera otra salida que enfrentarse con el fin del mismo.
La tierra crujía por el pisar de los caballos que se movían espasmódicamente, ya sin fuerzas para continuar con esa marcha que les habían costado más de cuatro días sin detenerse a descansar. Pero algo dentro de ellos los hacía seguir hasta agotar sus ultimas fuerzas, algo que detonaba sus ojos en sangre, algo que les hacia que siguieran arrastrando ese carruaje que les rompía el cuero del lomo y les desgarraba poco a poco los músculos dejando un rastro de sangre que lentamente iba goteando por las riendas. La noche los veía acercarse contando cada vez que sus cascos golpeaban el suelo, relamiéndose por cada gota de sangre que mojaba las hojas secas que bañaban el camino. Espero el momento donde el carruaje estuviera más cerca de ella y salto sobre los cansados caballos, que ya sin fuerzas se dejaron caer en brazos de la noche, dejándose al olvido. Dormidos soñaron con el primer día, el que les dieron sus objetivos hechos de pergamino y madera, y ahora se dormían en su sueño sabiendo que los habían cumplido.
El carruaje se detuvo bruscamente y por unos segundos que en el silencio duraron días nada se movió, el aire se había paralizado por completo, ninguna partícula se atrevía a cambiar de sitio. Se escuchó como los seguros del carruaje se destrababan lentamente, y se abría la puerta dejándole el paso a una chica con un pelo de un brillo casi plateado, su cuerpo era apenas una materia que contenía su alma, algo que lentamente desvanecía en el viento; llevaba un vestido blanco y no tenia más que una llave en la mano, parecía apenas un inconsistente rayo de luz. Bajo del carruaje y empezó a caminar, sus ojos veían algo que estaba mucho mas allá del final del camino, atravesaban el castillo y veían algún lugar que solo era accesible a través de su frágil cuerpo. Paso por al lado de las riendas sueltas y no noto que los caballos habían desaparecido ni tampoco se inmuto cuando después de caminar un tiempo se encontró con la noche que devoraba a los caballos en mitad del camino, simplemente siguió caminando por el costado como si nada de eso estuviera pasando.
El castillo poco a poco se iba agrandando frente a ella. Su vestido se arrastraba por la tierra y por debajo de él sus pies seguían con su paso lento y constante que no se desviaba de su rumbo. De repente una gran ráfaga de viento proveniente de las espesuras del bosque la golpeo en la espalda y la hizo caer. El viento siguió su camino haciendo que las hojas secas de los árboles tomaran un contraste especial con el resto y su brillo resaltara embebido en el poder de quien sabe que es inútil. La chica se puso de pie y siguió con su lento paso hasta caminar sobre las hojas que el viento había rozado, estas cortaban como espinas sobre sus pies desnudos, pero ella siguió caminando dejando tras de si una huella de sangre que la siguió hasta las escaleras del portal del castillo. Su sangre caía ligeramente por los escalones y se vertía en las grietas alimentando a flores que habían estado dormidas desde que los largos años donde la noche vagaba por el bosque habían llegado al castillo.
La chica se quedo mirando la puerta por unos segundos y utilizo la llave que había estado llevando todo este tiempo para abrirla; era de oro y se podía ver como terminaba en una punta afilada y adornada con extrañas escrituras. Apenas se abrió la puerta se desprendió del aire el sonido de un piano que había estado atrapado dentro del castillo sonando y rebotando por años, la melodía que se creaba paseaba entorno al salón que se había abierto delante de ella y recorría cada detalle del lugar, como si el aire que acababa de entrar la hubiera vuelto a la vida. Atravesó el salón y sin detenerse comenzó a subir unas largas escaleras hasta encontrarse frente a una puerta vieja de la cual provenía el sonido. Entro por la puerta y se encontró en una habitación iluminada y amueblada, al fondo de la habitación se encontraba una ventana que dejaba entrar el viento y hacia bailar unas cortinas con el fuerte sonido del instrumento. Caminó hasta la mitad de la habitación y por primera vez desde que bajo del carruaje cambio de rumbo, giró hacia su derecha y se quedó contemplando a un hombre de pelos largos que no paraba de tocar las pesadas teclas y con estas hacer sonar las cuerdas de donde salía aquel sonido que hacía explotar ese misterio que encerraba el castillo. La chica dio un paso hacia delante y súbitamente el hombre paro de tocar y cerró la tapa del piano de un golpe. El silencio los rodeó a los dos envolviéndolos y ahorcándolos en su trampa, lentamente fue extrayéndoles todo el aire de sus pulmones y dejándolos tendidos sobre el tiempo que él provocaba en ellos hasta que el hombre habló.
- ¿Has venido?- Ella se quedo contemplando su espalda esperando que él se moviera, pero solo volvió a hablar:
- Entonces, ¿has venido? -
- Si, aquí estoy, no hay mas tiempo - Ella empezó a caminar lentamente hasta estar apunto de chocar con la espalda del hombre.
- Estas sangrando -
- Yo también me iré esta noche -
- ¿Harás lo que has venido a hacer? – Dijo él. Ella lo por la espalda y sintió como las lagrimas de él resbalaban por su rostro hasta caer en sus brazos que lo apresaban y lo sujetaban con fuerzas.
- Tiene que haber otra forma, no puede ser así – Su voz se escuchaba entrecortada, su cuerpo temblaba y lo hacía sentir como las manos de ella lo atrapaban en su interior.
- Yo también me iré esta noche, no temas, esto es lo que se ha elegido, nunca es fácil partir -
- No tienes por que irte también, las cosas no tienen que ser así - Él empezó a llorar y inútilmente intento soltarse de ella para abrazarla abrazarla, pero su cuerpo no le respondía.
- Las cosas tienen que ser así, por que así se han dicho que sean. Ahora deja de llorar que ya no hay mas tiempo - Ella acercó su rostro al suyo y le besó la mejilla suavemente, intentando mantener ese momento dentro de ella para siempre - Ya no sufras -
- No… tiene que haber más tiempo – La voz de él se perdía en el silencio. Ella tomó la llave con la que había entrado al castillo y la clavó en el corazón de él mientras le volvía a besar su mejilla hasta que paro de llorar. El silencio se fue apoderando de su cuerpo hasta que no quedo mas vida dentro de ese recipiente ya sin alma, entonces ella lo dejo apoyado sobre el piano y retiro la llave de su corazón. Camino hasta el centro de la habitación y volvió a mirarlo, vio como la sangre resbalaba del piano hacia el piso formando la misma melodía que había escuchado al entrar al castillo al igual tantas otras veces. Cerró los ojos fuertemente para no derramar ninguna lágrima y camino hacia la ventana, paso un momento frente a ella hasta que cayó arrodillada y sintió el dolor en sus pies que seguían sangrando. Alzo la vista y vio la luna que la observaba distante desde el cielo, entonces agarro la llave y se la clavo en el vientre, quedo petrificada con los ojos nublados, la sangre empezaba a brotar de la herida y caer de entre sus manos hasta mojar sus rodillas. En ese momento comenzó un dolor insoportable que quemaba todos sus nervios y le paralizaba todo el cuerpo, sintió como su espalda se doblaba y su columna se quebraba, como cada uno de sus huesos se abría y su carne se cortaba. De su espalda crecían dos alas de inmensas proporciones que desplegaban cada una de sus plumas, ansiosas de volver a tener la oportunidad de enfrentar al viento. La sangre cubría todo el piso y ella sintió como la luz penetraba todo su ser y la envolvía, como le susurraba que todo iba a pasar mientras escuchaba la voz de quien había ido a buscar.
El dolor aumentaba, ella ya no tenía fuerzas para sostenerse y cayó sobre el suelo, la habitación empezaba a girar, era cada vez más nublosa y poco a poco se fue trasladando hasta que la unión invadió su alma.
- Te estaba esperando -
- hice un largo viaje para encontrarte -
- Todos llevamos dentro algo a lo que no nos podemos negar –
- ¿Dónde estamos?
- Estas tu sola, ahora estas tu sola...
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