Casi profesionales
Yo mentía mejor mientras más cerca, tal vez porque
la insuperable forma de quererte lejos; fue tenerte cerca;
Fue saborear el daño, lamiéndole el filo al cuchillo;
Verte esas pupilas, divinamente malditas, de perro ajeno.
La condena fue mirarte por debajo de mis ojos mentirosos
cuando respiraba tu olor, manjar exquisito, de animal en celo,
agente nocivo e insanamente apetitoso que te emanaba.
Ah… No cabía duda de que yo era un tango
mirándote con estos ojos de “El día que me quieras”,
que tu traducías más bien como “Cambalache”
versión de mala clase, arrabalero y nocturno.
Yo, a diferencia tuya, me vestía al desvestirme,
despertaba cuando dormía, lo que es decir; cuando tú dormías.
Que buena espectadora de tu boca húmeda, que buena espía.
Yo mentía más mientras más próxima estaba la concurrencia
de tu cuerpo, mentiroso también, insolente; tal para cual...
Para odiarte tenía que verte, retener en mi mente
casi neurasténica esos pasos tuyos hacia la puerta,
como si hubieras tenido que hacer algo mejor que estar conmigo.
Tuve que mantener pegada a la frente la imagen de tu boca ramera
mencionando nombres, tantos nombres, que no eran el mío,
para lograr decirte bien ligera que tu boca me sabía a cualquiera.
Ah…Que excelentes mentirosos fuimos; si…Casi profesionales.
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