A veces, cuando disparo los pensamientos hacia la ventana
y asesino esos cinco primeros minutos del dia, soy culpable...
Soy culpable de mirar hacia adelante
y encarcelar en mis soledades
aquellos primerizos rayos de luz incandescente
que en su afán de iluminar
caen presos ante el certero acto de mis ojos.
Caen errabundos, opiaceos y alegres
entran y abrazan mi alma
para invitarla a comenzar un nuevo día,
para invitarla a despertar.

A veces, cuando disparo los pensamientos hacia la ventana
y asesino esos diez primeros minutos del día, soy libre...
Libre de sentir la brisa madrugadora en mi rostro
y respirar profundo el aire de un nuevo amanecer.
Purificar mis sentidos y enviarlos lejos
complices de aquel acto de humildad
frente a la grandeza de aquellos protagonistas
que en aquel montaje, son sinergia pura
una avalancha de intensos momentos
donde puedo conectarme de una vez por todas
y ser uno mismo con el universo
un punto más en aquella infinidad
jugando a ser dios, a ser hombre
a flotar y soñar despierto
mientras el día comienza a apagarse
y mi corazón se prende nuevamente
para vivir, para un segundo más de mi vida
iniciar...

Soy culpable, yo soy el asesino,
por fin y de una vez por todas,
soy libre... soy dios,
soy hombre, y de la nada,
me convierto en todo...