Fernalia no encontraba los boletos para ir a la opera y él esperaba afuera. Se recrimina constantemente con el balbuceo de una búsqueda impaciente, porque Ramón se los había dado cuatro días antes de su cita; seguramente al no encontrarlos, todo sería un caos dilatando el ya exhausto proceso de reconciliación.

El problema a solucionar había sucedido por la incapacidad de Ramón para poder mentir de forma convincente: cada vez que trataba de hacerlos, movía inconscientemente su píe como siguiendo el ritmo de su embuste.

Una semana atrás Fernalia le preguntaba de forma inocente quien le había regalado ese nuevo cuadro denominado “el cazador de suspiros”; no fue la forma en que atropelladamente empezó a inquirirle un origen distante a cualquier confrontación, sino la sinfonía en ritmos del píe, lo que hizo estallar a la mujer de labios pequeños pero con tono cóncavo una tormenta solo comparable al ángel exterminador. Ramón acepta al fin que el cuadro había sido obsequiado por Mónica Santa-Coloma su antiguo amor…. después de seis semanas de constantes y arduas negociaciones de monólogos entrecortados de grandes silencios y promesas a medio armar, Ramón había conseguido un par de entradas al teatro y por supuesto una indulgencia a medias.

Ahora los tiquetes no aparecen y ella no los encuentra; no se lo perdona por su obstinada pero eficaz manera de dejar las cosas en un solo sitio: la mesa comedor.

Ramón espera abajo del departamento de Fernalia, conservando una risa expectante. Le había dado una gran propina a Mariana la de los oficios varios, para que refundiera los boletos; deseaba que su buena mujer le mintiera al menos una vez; que supiera la angustia de saberse en un vacío de mentira…solo uno

Al fin baja ella con cara triunfal…
¿Que paso?
….no tengo ganas de ir al teatro…vamos al cine.
¿Pero y los boletos?
Se los di a Mariana
Triunfal Ramón piensa que al fin le había mentido. Pero lejos de allí una buena mujer de oficios varios se divierte al ver a su marido el Lolo con cara de no entender un carajo de una obra de esas que ven lo ricos: ¡la mejor forma de esconderlos era usarlos!