En ese descanso merecido,
las manos enlazadas,
las bocas calladas para decir todo,
los ojos cerrados para vernos por dentro,
para tocarnos con las manos insaciables,
para arañar con los dedos las entrañas,
para ser felices un tiempo insólito y finito.
En ese descanso merecido
yo te soñaba un instante de ardiente deseo
y te abandonaba.
Se puede sentir tanto dolor
cuando se cierne sobre nosotros su visión solitaria
cuando ya no te reconoces junto a ella
cuando sabes que sólo la volverás a ver un segundo
y será el último.
La perfecta imagen que te ha regalado
durará el tiempo eterno
que se halla condensado en infinitos universos,
será la nebulosa que se expande
y la materia que explosiona
porque ella será por siempre lo que da vida,
lo que crea y reconstruye
será la memoria del tiempo,
la de todos los tiempos,
sabios vendrán a consultarla
la expiarán por dentro como yo no podré hacerlo jamás,
la invadirán y la amarán,
la obligarán a confesar y será feliz.
Los extranjeros suplirán el amor que ya no le falta,
yo le regalé mi alma atormentada para completarla,
para que se sintiese redonda y perfecta
como una esfera indivisible.
Llena de luz.
En ese merecido descanso,
pasearemos unidos,
no volveré a poseerla pero estaremos abrazados
estaremos todo el tiempo en un beso,
yo en el tiempo del dolor delicioso
tú en aquel que sabe lo que significa juntar las bocas,
la mía te será desconocida
pero yo la beso todo el tiempo,
también cuando besas otra boca.
Yo te beso para salvarte
aunque en realidad eres tú quien me ha redimido.
Eres la expiación divina
toda la fuerza de un cuerpo celeste
deslumbrante e ilimitada.
Toda tu fuerza tautológica.
Eres el reloj que despierta las estrellas,
que ajusta su mecanismo y les da cuerda,
serás su dictador
controlarás su vida y su muerte
y en todo ello no sentirás remordimiento.
En el tártaro desconoceré tu sino
pero aún sin alma te amaré
ese es mi castigo,
sentir como ese sentimiento demoledor
me corroe sin medida,
desconcertado,
sin el filtro maravilloso del alma
que atesora la vivencia.
Sin mesura,
desearé la muerte
la tocaré y no me alcanzará,
la tocaré y no sabré poner fin a nada.
Pasearás por prados reverdecidos
la lluvia mojará tu cabellos
resbalará por tu cuerpo con la densidad de una aceite
para que no se te olvide lo que es una caricia,
sabrás que alguien te besa todo el tiempo
como un hechizo de infantil brujería,
sonreirás por ello,
le darás fuego a las estrellas,
nunca te sentirás sola,
hallarás la paz y no sabrás su fuente,
y por fortuna
no sabré ponerle fin.
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