Nunca consideré menos literal la frase de las ventanas abiertas a la esperanza, ni menos acaso infundada una de ellas, cuando despertar de un mal sueño sólo deja un sentimiento amargo en la boca, y nadie puede ver lo que al levantarse cuesta volver la vista para ver una cama vacía.

Un mal sueño y una ventana abierta, que sólo dejan escapar las falsas esperanzas de no perder la fuerza de verle a la cara y decir lo mucho que se siente la distancia, lo mucho que se lamenta la duda o la falta del sentimiento que un encuentro provocara, más allá de un reconciliamiento con uno mismo de un solo lado.

Sólo resta valorar si el amor propio puede esta vez más que el amor compartido, como para que el despertar a todo esto, de nuevo valga la pena, como en un inicio cuando es nuevo todo, y todo pasa tan rápido que no le da a uno tiempo de dejar de asombrarse de los colores con que se pinta todo.