Me pidieron que llegando a Paris, lo primero que hiciera fuera recorrer las calles del centro hasta llegar a las orillas del Sena, y que allí, en alguna de sus callejuelas aledañas, encontraría por fin a Maga y a Oliveira. Me dijeron también que, lo hiciera de preferencia al caer la tarde. En el crepúsculo. Que seguro los hallaría caminando uno detrás del otro, o incluso discutiendo con algún policía. Me pidieron que les viera a los ojos, -para cerciorarme de que fueran ellos, y no otros-, mientras distraídamente al pasar junto a ellos exclamara: ¡Cortazar ha muerto! Entonces como cualquier fantasma, se esfumarían de este mundo.