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ESPECTROS ( de “ logos alienatum )



Las grandes potencias cayeron bajo el yugo de sus ideologías destructivas...

El gran país del norte invadió el medio oriente. Las grandes compañías petroleras no alentaron la invasión abiertamente, aunque en sus máscaras vislumbraba la codicia.
Las sionistas fuerzas norteamericanas promovieron la guerra, para aumentar el dominio Israelí sobre oriente próximo, y debilitar la posición musulmana a sus políticas colonialistas en Palestina.

Los ejércitos mutilaron la tierra. Las ciudades no tardaron en mostrar sus rostros leprosos de esquirlas. En derruidos templos los iconoclastas abjuraron mil y una vez de los ídolos.

Desde un refugio en las entrañas de la tierra; los comandos recibieron la orden.
Los mísiles partieron en su misión destructiva. Ojos inocentes observaron por ultima vez los rostros amados.

El hongo radiactivo iluminó el cielo plomizo. El frío viento de la muerte posó sus úlceras cancerosas en la carne de niños y viejos por igual.
No tardaron en florecer en el fárrago de ideas vacuas, los grupos anárquicos.
Los centros urbanos fueron saqueados: el poder de los más fuerte se impuso sobre los más débiles.
Las familias se desperdigaron. Muchos padres entregaron a sus hijos a cambio de agua y alimentos con la única posibilidad de prolongar la agonía.
Dentro de derruidas iglesias; bajo el resplandor mortecino de las velas, los comandos de la muerte desarrollaban sus estrategias...y arropados en sus negras vestiduras, salían a cazar.

La curvatura expansiva de la radiación se amortajó en la tierra... y lo que estaba muerto abrió sus ojos en la húmeda tumba....el Apocalipsis estaba por comenzar.
La siempre solicita ciencia yacía sepultada bajo los escombros del floreciente retroceso humano.
La cumbre del racionalismo fue testigo mudo de la creciente aparición de un submundo nefasto
En un principio, los sobrevivientes a la gran catástrofe los llamaron mutantes, remontándose al nombre que se les daba en las viejas películas, distantes ya, en tiempos felices, pero perdidos en la bruma del tiempo.
Pero dicho apelativo distaba mucho de las figuras pantagruélicas esbozadas en dichas caricaturas fílmicas.
Estas criaturas eran apenas vistas por los sobrevivientes a la devastación.
Sus sombras furtivas reptaban en las sombras de las eternas noches que cubrían la faz de la tierra desde el comienzo de los cataclismos radioactivos.
Algunos que afirmaban haberlos visto los describían como seres amorfos, con una lejana similitud a los simios; otros describían su manera de moverse: veloz y ágil, casi desafiantes de las leyes de la gravedad.
Los menos, afirmaban haberlos visto dar grandes zancadas, totalmente antinaturales, pero lo que todos si habían visto, eran los restos putrefactos de los cadáveres de sus victimas.
De allí el terror que despertaban.
Mutilaciones abominables, posiciones de miembros ominosas, y rostros descompuestos en un espanto indescriptible que dejaban a las imágenes de los cadáveres de la explosión nuclear como a meros protagonistas de una muerte piadosa.
Era muy común escuchar, perdidos entre las nieblas eternas de las continuadas noches, los gritos y aullidos de dolor de sus victimas, amueblando los oídos de los sobrevivientes con escenas escabrosas de angustia y pavor.
Inútil era buscarlos.
En un intento de tratar de sofrenar estas masacres, un grupo de valientes supervivientes los buscaba día a día en los lugares adonde los testigos afirmaban haberlos visto.
Pero toda esta experiencia fue inútil.
Los mutantes, lánguidamente, comenzaron a ser llamados “los espectros”, Y ya muchos dudaban de que estos seres fuesen seres humanos....

El congreso de los cuatro decidió jugarse la última carta.
El susurro del viento, con su cacofonía de almas atormentadas, devoró los rugientes motores.
Los tenebrosos jerarcas del escuadrón de la muerte, enfundados en sus chaquetas negras, partieron presurosos.

Entre hierros retorcidos los espectros observaban a la danzante caravana. Sus hocicos repulsivos olfateaban el miedo... sus octópodos brazos se estiraban imperativos.
.
Cuando penetraron en la densa niebla cenicienta...las sombras se abalanzaron.
Sus ojos se desorbitaron. Las sombras etéreas agitaron el veneno de sus matrices, mientras se engrandaban. La noche se cubrió de espanto. Los pulmones se congestionaron exacerbándose de néctar destructivo. La quintaesencia del terror cubrió como mascara mortuorio los rostros...los hombres cayeron en su noche mil veces perversa...las cosas aullaron a la luna gibosa...la luz se enroscó en la sombra eterna de la noche.


...Mientras cifro este epitafio...veo como la sombras todo lo cubren...las estrellas ya no brillan...el viento arrulla entre los escombros...y ellos esperan...

Esa noche como tantas, kuranes se entregó al sueño...viajar a la hermosa Celephais, donde las galeras se perdían en los mares del cielo, era su deseo.

Descendió lentamente, sobre su cabeza, brillaba un sol enrojecido...entre los pilares de un altar encontró el manuscrito...su mundo onírico había sido destruido...envuelto en una densa niebla se entregó a la lectura...”las grandes potencias...”, mientras los espectros mudos y viscosos orillaban tras los muros.

(texto co-escrito con sorias)

Texto agregado el 14-09-2006, y leído por 118 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
05-04-2007 obra maestra sorias
 
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