Me he intentado suicidar tres veces este año- me escupió a bocajarro, con una sonrisa invisible en su cara lejana. Y yo me he quedado con cara de bobo, de estúpido sin fundamento. Con mis palabras vacías que no llevan a ningún lugar. Me he quedado con todo, hasta con los recuerdos. Y recuerdo, recuerdo. Y me siento ingenuo, pues ese sexto sentido que a todos atormenta me aviso hace tiempo, y deseché sus advertencias. ¿Por qué? Porque no era vulnerable, porque es cómodo crecer bajo un paraguas protector. Hasta que se cansa de aguantar chaparrones por ti, y solo entonces te das cuenta de que esta medio comido por la lluvia ácida de la vida- Pero ahora ya estoy bien... (silencio) ¿Sigues ahí? Me estoy imaginando la cara que se te debe haber quedado.

Y ahora... ¿que? Leo, pienso, y vuelvo a leer. Me deprimo un poco. Los teléfonos comunican... es decir, no me dejan comunicarme. Me limpio las gafas del alma y me miro de nuevo. Me he vuelto a pringar de mierda.

De pronto, las palabras suenan como si tubieran siglos, pero las fechas no engañan. Son de este año, del anterior algunas.

Ya tengo nueva banda sonora para este año. Acelerada, cerrada sobre si misma, excluyente, irreal. Y no me trae buenos recuerdos. Sentirse fuera de lugar, diferente a los demás. Ja, ¿pero no era eso lo que quería? ¿No es eso de lo que presumo, de lo que me siento orgulloso? Pues no, joder, no. Resulta que en mi vida parece que las cosas van a todo o nada, y yo lo que quiero es comerme lo que me guste y dejar lo demás en el plato. Y si alguien puede separarlo por mi, mejor.

Mamón, hijoputa, cabrón- dice mano negra en la minicadena.

Es curioso hasta que punto puedo distanciarme de todos sin siquiera darme cuenta. Es como si alguien me hubiese dado una patada y me mandase hasta la luna.

Y asi están las cosas. ¡Carga a 300! ¡Una ampolla de adrenalina! Coño, haber si de esta reacciono, que ya estoy hasta los huevos de la mesa de operaciones.