No sé porque soy siempre la última en enterarme de las cosas. Quizás solo soy la última en asumirlas. Como quién se sube en el ultimo carro queriendo empujar con alegría, sin saber que el viaje ya se llamaba Fatalidad.
Escogí partir de tu lado por amor. Cuando de tí me separé, en mi dolor sólo pensaba en no traicionarte. No serte infiel. Y era mi consuelo entre tanto pena y rencor.
Antes que tú, vi que la rabia, te haría gritar a los cuatro vientos; que me llamarías con esas frases tan tuyas dichas sin querer. Y las acepté todas, porque venían de un dolor, en que yo era la causa.
Y como pasa el tiempo, y el dolor también, como la rabia, o el rocío en las madrugadas, me contaste lo que hiciste y aún asi, lo perdone. Fuiste mi hombro y paño de lágrimas tambien, cuando ese por quien partí, me dejó de querer...
Pero sigo siendo la ultima que se entera de las cosas. Gritaste tan fuerte y con tanta rabia, que hasta mi madre te escuchó. Me enteré, que en tu despecho, escogiste para mí la mejor de tus frases: la puta sin compasión. Y si bien, creo en que te arrepientes, el daño destila veneno a pesar de los meses.
En estos días tuyos de enfermo, he sido tu amiga, tu amante y tu hermana. Me he creído mala, creyendo que en un futuro juntos, me esforzaría en ser mejor. He tomado manos extrañas y amigas, pidiendo por las tuyas, y a todos le he rogado por el regalo de la sangre; por cariño han dado vida para tí y más de uno me ha mirado extrañado en mi acción.
Y hoy supe, lo que esos ojos veían y he despertado a mi día, sin sonrisa, sin canción. No me duele que en dolor hayas pensado y dicho lo peor: me duele que tu grito haya sido tanto que hasta mi madre se enteró, viviendo de tí tan lejos, tan reservada con el corazón.
Y aunque no lo crean, seguiré contigo hasta que salgas de esa cama y camines por la playa o disfrutes el jardín. Y quien sabe, si cuando ya te levantes, le grites a los mismos vientos, que por tu sanación, la PUTA MALDITA que ahora llamas Amiga, todas las noches, rezaba una oración. |