Vuestro nombre nunca supo mejor en mis labios,
Desde el momento en que os dije temeroso que os amo;
y en el recuerdo de aquel momento de dulce resabio,
Que os entregué mi corazón como rosas en ramo.

Dejadme comprobar esa luz dentro de vuestros ojos,
Para en cada mirada volver a caer enamorado;
postrando mis armas y ante vos ya sin abrojos,
Abriré mi pecho sediento a vuestro beso esperado.

Vuestro nombre en mis labios es incólume verso,
Cruzando el estrellado cielo buscando su cercana meta;
que al sentir en mi boca el reposo de vuestro labio terso,
Eleva mi alma iluminando a los cielos como una cometa.

Vuestro nombre en mi boca es predicamento sagrado,
Con el que rezo al despertar cada nueva mañana;
bendiciendo a los cielos por vuestro amor haber logrado,
Sin importar que venga la muerte ya con su larga guadaña.

Vuestro nombre en mi boca es sed consumada,
Al desierto de silencio que la tenía enclaustrada;
ahora es la llave sonora que la mantiene liberada,
Mientras en vuestros labios la dejo abandonada.