No sé cómo he llegado aquí
pero recuerdo que una vez, desperté
en medio de un sueño colectivo.

No lo recuerdo muy bien
porque no me gusta acordarme muy seguido,
pero ví a todo el mundo tirado por el piso:
algunos estaban durmiendo, otros flojeando;
unos en el tercer sueño roncando bien alto y otros con los ojos bien abiertos, como sí estuvieran atentos a algo, pero sin moverse de donde estaban.

Las camas eran de todo tipo:
algunas eran grandes aposentos, altos y lujosos,
otras solo colchonetas delgadas, otras de papel higiénico reciclado, algunas camas iban vestidas de seda con olor a rosa, otras de cartón, hediondas de la humedad.

Pero bueno, la cosa es que en medio de tanto durmiente, me subió una energía repentina y me puse a caminar por entre toda esta gente... y comencé a ver que bajo el cielo azul, la calle estaba también poblada de otros seres pensantes...
Me costó reconocerlos porque a primera vista eran muy diferentes: unos iban camuflados de árboles, otros de diferentes animales; algunos, más lejos, iban vestidos de ejecutivos, hablando en voz alta para sí mismos y otros más tímidos, con la cabeza gacha y en silencio, caminaban en círculo cazando los pensamientos que le salían por el rabo.

Mirando atrás, uno es siempre más sabio en el presente.

Ahora caigo en cual fué el denominador común,
entre ellos y yo.
Al chocar con uno de ellos, me dijo con un aire místico:

”Yo terminé de tragarme lo que ellos me mandaban tragar... Me siento medio perdido por la falta de costumbre, y a pesar de que no siempre tengo que tragar, aunque haya de lo mismo que tragar en su lugar, y yo decida tragarmelo será porque YO me lo quise tragar...!”

Todo el mundo ha tragado más de una vez, eso nos hace ser gente.
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La vejez es la cuna de la sabiduría. Es la nana de la sabiduría, es la que la hace crecer y la cuida. Si la sabiduría llega muy pequeña a la vejez, entonces la vejez le intenta enseñar a andar en bicicleta, para que revalore lo valorado y perdone lo errado.

Es por eso que ahora de viejita, cuando me acuerdo del mundo de los sueños puedo hacerlo sin miedo... porque sobreviví. Por algo estoy contando el cuento.

Yo tambien dejé de tragar lo que me insitaban a tragar (no sé porqué siempre he creído que conmigo hicieron mano blanda). Yo dije muchas veces que sí pero cuando dije no, nunca que presionaron mucho. Pero claro, lo más dificil de todo no fué dejar de tragar si no el encontrar otra gente activa, que no se la pasara dormida todo el dia.
A veces me sentía sola y tragaba un poco para compartir con alguien aunque sea por un rato y con falsedad una siestecita...
Porque habían muchos que no entendían, que no querían ver. que la culpable de todo era la pastilla que nos daban.
Nos tenían a todos tan bien domesticados que no cabía en nuestra cabeza que ellos fueran capaces de manipularnos de aquél modo. Cuando la persona que tu amas ciegamente te dice “traga”, uno traga hasta mierda si es necesario. La vida esta llena de amor y el amor de tormento.

Entonces claro, demasiada gente anda tragando en el nombre del amor, pero en en realidad la gran mayoría por pura estupidez! Por flojera, vagancia, bajas de energía, ignorancia, porfía, circuntancias temporales que se hacen eternas, hypocondriaquísmo crónico, egocentrísmo o sado/masoquísmo. Normal.


Ahora de vieja, no hay para que tragar. Uno se queda dormida igual no más. Y la vida parece más sueño que antes.
Por no saber hasta cuándo uno puede seguir soñando, el sueño se hace más intenso que nunca.
Se mesclan los lugares, las caras, los besos. Y lo único certero es la sensación de haber estado allí... cerramos los ojos y las imágines (como viejas diapositivas) se desplazan nuevamente bajo nuestros párpados.

Claramente sentimos todo lo que quisimos y decidimos seguir soñando en ser, quién alguna vez quisimos ser.

Ahí es cuando estamos más cerca de la perfección.

Cuando somos dueños de lo que queremos soñar porque soñar es lo único que tenemos.

Sé que hice bien en dejar de tragar.

Ahora que me tragen!