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Este hilo compendia dos textos, que por el extraño afán clasificatorio que tenemos algunos humanos, denominaremos como texto con tendencia a la razón versus texto con tendencia a la demencia.

Texto con tendencia a la razón:

Te cuento. Hoy día ha llovido mucho y me gusta. Me deprime y me gusta, como lo que no me gusta me alegra. ¿Qué más te puedo contar? Ah sí, soy irresponsable y holgazán, como esos insectos que tocaban guitarra en el verano y luego pasaban hambre en el invierno (aka infierno). No tengo buena visión, pero tengo buen oido. Me da cosa escuchar los pasos de la gente cuando sube la escalera que da al segundo piso. Ah sí, tengo un fan inverso, un sujeto o sujeta que entra a mi fotolog, echa humos y se va, pero vuelve a revisar si ha causado molestias o no. Aparte de él/ella no tengo muchas visitas. Antes sí. Antes tenía otro fotolog y como a veces posteaba a las personas dándoles un buen día o buenas noches, me posteaban de vuelta y se me llenaba gracias a la autodivulgación. La autodivulgación es una basura execrable, por eso hube de censurarme y destruirme. Pero uno no puede censurarse o destruirse, sí puede cambiar, hacerse fotologs piola y jugar a las metáforas con la vida real. Como que en la vida real uno se autodivulgara un tiempo y otro tiempo odiase eso, y ya no lo hiciera. En el mismo sentido conoces a otras personas, y dejas de conocer a otras. Es una cuestión lógica, dices, y al final no sabes si en realidad es mejor el piolismo o la fama de matiné. Mejor es el cambio, recuerdas.

Es malo dañar a las personas, sentencias. Pero, ¿es malo algo que se hace sin intenciones de maldad? Pues no, o los animales serían malos. La ética se apega a la conciencia. Aun así, si el que recibe el daño es a su vez un organismo consciente, sea intencionado o no, el daño será daño, no será entendido como tragedia de la naturaleza, sino como una lluvia de ataques, de dolores motivados por quizás qué oscuros designios. Es por eso que sé que he dañado gente de la misma forma que gente lo ha hecho conmigo, más antes que ahora. Ahora, por ejemplo, no sé si tenerle lástima a mi fan-inverso o instarle a que siga viniendo porque es ya de los últimos. La cosa es que escribo esto porque etcétera, no tiene sentido hablar de aquello. Y esa de seguro es otra diferencia con el otro fotolog, dar lo mismo. Por ejemplo, me da lo mismo ahora que me estés o no leyendo o que me postees o que te importe mi existencia. Y en ningún momento eso quiere decir que tú no me importes, y todavía más, ahora me importas más de lo que antes me importabas. Antes me importaba a mí mismo, ahora me interesas algo más tú. Digo algo más porque intento dejar de centrarme o hacer las cosas para caerte bien, lo que es lo mismo que fortalecer la autoestima, o sea, hecho para mí. Si hago algo para hacerte bien o para no hacerte nada, estoy siendo menos egocéntrico que tratando de caerte bien. Mi fan inverso, que puede ser desde Camila a Roberto o su esclava, o algún desconocido, me importa menos que antes porque caerle bien no es tan relevante.

Pienso que las personas son muy complejas, y más todavía, cuando no son conscientes de lo que son. Pienso que no existe la simplicidad explícita en la raza humana, y que valorar la sencillez entra en el mismo plano de todas las cosas inalcanzables, como ser únicos en nuestra especie, hallar la felicidad, etc. ¿Te has dado cuenta que valoramos mucho lo que no tenemos? Ser distintos, en toda su gama, que cubre desde ser muy hermosos, hasta ser muy inteligentes, hasta ser muy cuáticos, hasta ser muy capaces para algo, o muy incapaces. Obviamente que aquí hablo de ser distinto en el sentido de ubicarse en los espectros extremos de los rangos de acción de alguna determinada cosa, y no en el promedio. Lo, no sé si gracioso, es que todos se consideran distintos con lo que anulan el término. Todos iguales en su distintividad, que por ser una distintividad igual para todos, es ser corriente y común. Ser un adolescente con piercings y rebelado, es ser corriente. Autodenominarse "loco" es ser corriente. Tener fotologs y weblogs y messenger, es ser corriente. No estudiar para las pruebas es ser corrientes. Estudiar, es ser distinto. Ser responsable, es ser distinto. Saber, es ser distinto. Pero estudiar, ser responsable y saber, es ser ñoño. O sea, los realmente distintos, son los ñoños y no los under. Los under son la masa, la marea cada día creciente de muchachines sin norte. Los ñoños, y corrígeme si me equivoco, son lo que dominan el mundo y se vengan de tanto rechazo en el futuro, cuando tienen mucho dinero fruto del esfuerzo en sus años de estudio liceano o universitario.

¿Qué pasa con los under en el futuro? Son los neo obreros. Empleados de oficina, trabajos mediocres, mediocres vidas, etc. Los under pasan a engrosar la fila interminable de asiduos laboradores de unos 30 años que por ningún motivo dejan de visitar elantro.cl a diario o estar involucrados hasta la médula en criticar una farándula que necesitan.

Dejas de lado la burdilería, la demagogia, y luchas por tu puestecito al lado de los Mt. Zion en la guerra contra el plástico. Te alistas y te emocionas de hacerlo. Te excitas mientras los días se oscurecen cada día más y tú guardas tu vela amarilla, única, que te mantiene vivo en un fuero tan inalcanzable como prístino. Tan real como lo único real que existe: los pensamientos. Los pensamientso de arroz, los sentimentales o los lógicos, los reales, los tuyos. Tu única defensa contra un mundo que exige más y más construcción y partes de tu alma a diario. Tu recodo propio, rinconcito aislado, en donde te paras frente a los gigantes en tu fierísima batalla contra la muerte.

Texto con tendencia a la demencia:

Todos los días muere y vive algo, como si la vida fuera el fuego pasado de antorcha en antorcha, o el equivalente exacto de la muerte. Alejándose de nosotros están las murallas del cerro. Blanquecinas o cafés, claras y polvorientas. Las grietas entre las rocas guardan la sombra hace miles de años, millones inclusive. Lagartos, humanos, aires y piedritas sobreviven ocultos entre medio del enramado inexistente. "El enramado es muy profundo". Mis amigos escuchan Explosions y se hacen reventar la cabeza hace muchos meses atrás pero lo recuerdo ahora, como si fuera ayer. "Apocalípticos, ahora sí". Me quedo en blanco mirando el teclado o el puntero que titila. Las sensaciones limítrofes sobrevuelan la mentalidad normal esperando algún descuido para comerme los ojos. "Mueren las aves, graznan lejos, como teléfonos".

Alguna vez tuve y perdí, como todos. Son las leyes mundanales que rigen todas las cosas. Lo que sube ha de bajar. Lo que vive ha de morir. Lo que tuviste has de perder (si bien escribir "tuviste" es ya contar que se perdió). Todos los días muere algo y vive otro. Personas o animales, árboles antiguos, ancianos, niños, antílopes, insectos orbitales. Todos los días algo desaparece y nunca más regresa, a cada minuto, a cada segundo, una conexión neuronal, cuatro celulas, son ocho los caballos que mueren, que se agotan. Los que se agotan son más. Soy tan infantil.

Buf, baf, suspiro, espiro, expiro, inspiro. Soy una abuelilla perdida en la batalla del Somme. Aborrezco y amo. Admiro poco, promuevo, remuevo, sentencio, jacto, aludo, destruyo, como, duermo, tengo una vida que por existir agota otra. Una vida por una muerte. ¿Si no hubiera nacido otro lo hubiera hecho por mí? Agota dije. Los que se agotan son los caballos ciegos. Los Ruibarbos que causan amor en la garganta, en forma de nudo gordiano.

Son extraños los saltos que pegan los conejos en abril apio verde decía. Agazaparse a tus ojos es inútil y desesperante, imagino te burlas o escarmentas con el látigo de la incomprensión, de la llegada imposible, aunque yo me esfuerce y me convenza que lo hago por mí, que es por guardar testimonio al futuro que escribo y recuerdo un día que oí entre rumbas de atardecer a Cassandra Wilson y otros. Y no, no es por falta de coger, no es líbido guardada en los sesos, no es eso, es más otra cosa, como plasticina, quizás. No es afán de que me conozcas o que entre los dos se genere un vínculo. No es eso, no lo deseo porque ni tú ni yo queremos comprometernos tanto el uno con el otro, tenemos las vidas armadas y removerlas sería demasiado bizarro, nos da miedo. Somos cobardes, eso sé. Cobardes, débiles, eso sé. Somos incapaces de entendernos, de ponernos en nuestros lugares cuando nosotros mismos nos atacamos con virulencia. Yo más que tú a veces. Tú más que yo, otras. También somos buenos, o siempre somos buenos dependiendo de cómo andemos percibiendo lo que nos sucede. O si no no existirían las palabras "pesimismo" y "optimismo".

Siempre he tenido la impresión de que por decir algo, por expresarlo, te liberas de él de alguna forma misteriosa. Por eso escribir cuando a uno lo agrede el psiquismo o el alma de forma soez, es terapéutico, y luego de decir que sientes que un ángel negro te controla el corazón envileciéndotelo, te sanas y puedes volver a tu cotidianeidad, a tu rutina segura.

Ahora no lo es. Ahora por más que escriba no hay forma ni contenido, sólo doblamientos de mí mismo en mi mismísimo. Sólo intrascendencias que una persona balbucea sin coherencia ante los ojos de otra que lo mira distante, arrogante, odiosa. Ahora eres tú el odioso. Porque yo trato, trato de muchas formas poderte contar lo que quiero contarte, pero por más que lo intento, por más que lucho contra la telaraña invisible que nos separa, menos logro sentirme mejor, y eso es porque tú no me estás entendiendo nada. No puedo hacerlo todo yo. Necesito de ti. Necesito de ti y no quiero decírtelo de frente porque me humilla. Algunos dirán que es ridículo de mi parte sentirme indigno de pedirte un granito de entendimiento, pero si estuvieras en mi torrente sanguíneo entenderías que un suspiro vale más que mil palabras. Más que los ojos, más que la música, más que las conversaciones entretenidas, más que la entretención pura, la cascarita enferma, el plástico chic, más que el carbón de goma.

Pero sé que no me lo darás, y ni siquiera harás el intento por dármelo. Porque tú estás allá, lejos, demasiado lejos, y yo estoy acá, cerca, demasiado cerca. Yo estoy acá, cerca, demasiado lejos, demasiado adentro, demasiado negro. Yo estoy acá y tú allá y no hay nada que podamos hacer al respecto, nada que resucitar, nada que revivir, nada que reexistir, nada que rezumar, sepultar, execrar, levantar, cremar o broncear. Nada que exhumar, cubrir, tapar, matar, besar o simplemente ajar. Nada entre nosotros más que pequeños polvillos drogadictos, señales difusas de contactos que creemos claros, de palabras que pensamos dicen lo que queríamos decir. Ingenuidad y realidad. Sé que no nos entendemos. Sé que estoy acá y tú allá, como sé que no sé nada, como sé que no existo en tu memoria más de lo que tú existes en la mía.

Texto agregado el 12-09-2006, y leído por 377 visitantes. (0 votos)


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