A MANERA DE DESAGRAVIO PARA UN POETA ANÓNIMO EN LA CIUDAD


No te saben, poeta, en la lánguida voz de las mañanas
En la voz apenas
En el ruido del autobús al que se le hace tarde
En el zumbido incólume y ensordecedor del viento que se levanta.


No te saben cuando te venden el pan en la podrida tienda de la esquina
Te niegan la cerveza,
Te niegan el respiro,
Te niegan el derecho.


No te saben, poeta, cuando miras embebido el áurea plata de la tarde
Y te arrojan al suburbio inmundo de la realidad, que de una sola bofetada
Te trae al mundo real,

A ese,
Donde te cobran el alquiler
Te halan de los cabellos
Te respiran en la nuca, te acosan, te atolondran


No te saben, poeta,
Cuando de pie en el punto exacto del descubrimiento
Cuando adobas las verdades

Cuando estás a punto,
-Siempre a punto-
un estruendo de avenidas y autobuses

te trae aquí de vuelta para gritarte siempre:

NO.