este trabajo partede un ejercicio que hice en un taller de literatura infantil. Se trataba de escribir un cuento clàsico desde el punto de vista de uno desus personajes. Salieron cosas divertidísimas, estre ellas esto.
Rapuncel y el hijo del Peluquero
Había una vez una dulce princesa llamada Rapuncel. Tenía cabellos de oro muy muy largos, y vivía escondida en la torre más alta, donde una bruja la había encerrado para siempre jamás.
Sí, sí, como no, y a mí que me coma el coco... soy el hijo del peluquero de Palacio, y quiero aclarar varias cositas: en primer lugar, no existen las brujas, por lo tanto en este cuento lo más parecido a una bruja es la niñita aquella que pintan tan dulce y santa. Rapuncel es una greñuda con pelo de estopa que se escondió en esa torre huyendo de mi pobre padre, quién tenía el difícil trabajo de hacerla lucir hermosa y bien peinada todos los días del mundo o morir en el intento. Y claro, se iba a morir, porque desde que ella se encerró, el Rey le ha ordenado:
–O buscas forma de peinar a mi niñita... ¡o te corto la cabeza!.-
Le ha dado tres meses de plazo para buscar solución al asunto, y como hoy se cumplen los tres meses y a mi pobre padre no se le ha ocurrido nada, yo, el héroe de la historia, he decidido salvar su vida ofreciendo al Rey un buen plan que tampoco se me ha ocurrido todavía, pero que pronto se me ocurrirá. Por eso voy camino a su castillo.
-Tun Tun- toco la puerta del castillo, y aparece el Rey con una larga sábana con la que se limpia las lágrimas desconsoladamente.
-¿Y tú a qué haz venido?, ¿acaso no sabes que tu padre está a punto de morir por no haber salvado a mi niñita de las terribles garras del hada despeinada?, ésa que la tocó cuando nació y le dio el terrible defecto de no querer peinarse... Bua bua bua- llora tristemente el Rey, que ya tiene a mi padre amarrado debajo del árbol de los decapitados, mientras el decapitador afila su gran machete deseando cumplir sus labores. Pero el Rey continúa diciendo: Lo único que la puede salvar es el amor...
-¿El amor?- pregunto, mientras va apareciendo una gran idea a pedacitos- ¡Ya lo tengo, Señor Rey! ¡Tengo la solución para su hija la greñuda!... digo, la princesa...
-¡¿SI?!- grita el Rey emocionado- ¿Y cuál el tu plan?
-No, no no, Señor... Si no libera a mi padre, no le digo ni un poquito del magnífico plan que tengo para usted-.
El rey ordena al decapitador que libere a mi padre y éste lo hace de muy mala gana. Y como es debido, cumplo mi palabra y comienzo a maquinar mi gran plan.
-Verá, Señor Rey. Para lograr nuestro objetivo, necesitaré de su colaboración. Todo el mundo sabe que a las princesas lo que más les gusta en la vida es llevar la contraria a sus papás, por lo tanto, usted deberá mandarle una nota urgente donde diga:
Querida hija:
Haz lo que quieras, quema los peines y los cintillos,
Derrama los acondicionadores y cría piojos en tu cabecita...
Pero de novios, olvídate.
Tu castigo será quedarte solterona.
Firma: El Rey
-Ya la envío, ya la envío. Ahora, ¿qué sigue?- Reclama el rey muy emocionado
-Bueno, ahora déjeme todo a mí. En un año tendrá a su hija sana y salva, y peinada, claro está, dentro de su castillo.
-¿En un año?, ¡Eso es demasiado!, ¿por qué necesitas tanto tiempo?
-Porque tengo que enamorar a su hija.
-¡TÚ!, ¡si, claro!. ¿El hijo de su peor enemigo? ¿El defensor del peine? JA JA JA JA- se ha reído el Rey- Si tú logras eso, hasta soy capaz de darte la mano de mi hijita preciosa... pero bueno, como no creo que esto funcione, y además no tengo otra alternativa mejor, te digo algo: o me la traes peinada y salva en un año, o te corto a tí la cabeza!
El decapitador medio sonrió con media cara malvada mirándome de reojo, y yo aquí, temblando y sudando de miedo, pero tengo que actuar rápido, porque un héroe siempre consigue casarse con la princesa del cuento. Así que... ¡Manos a la Obra!
Lo primero que voy a necesitar es una guitarra... eso, y también aprenderme las canciones de moda, esas que cantan por tele y que a las chicas les encantan:
Oh, Oh, Oh, mi amor por ti
oh, oh, oh, no tiene fín,
oh, oh, oh ven, chica, ven...
Eso es todo. Ahora me pongo gelatina en el pelo y me paro los pinchos como un actor de telenovelas... o mejor un look despeinado, así creerá que somos el uno para el otro. Listo, el Rey debe haber avisado a los guardias, así que tranquilamente me pongo a la pata de la torre y canto como quien no quiere la cosa.
La, la, la...
Uh, Uh, Uh,
Quién será
la niña de mis sueños
Uh, Uh,Uh,
Ahí se asoma Rapuncel emocionada y sonriendo (eso creo, su cabello le tapa la cara), y exclama:
-¡Qué hermosa melodía!... ¿Quién habrá venido a acompañar mis tristes tardes con su elegante canto? ¿Será un hermoso príncipe? ¿Será aquel que me libere de la pena de quedar solterona para siempre jamás?
Y yo como si no escuchara nada, sigo con mi “uh uh uh, la la la, bella niña ¿dónde estás?”
-Oye- me dice- Oye guapo, aquí... aquí arriba
Entonces subo la cara como quien está suspirando al cielo (a las niñas les encanta eso) y la veo casualmente...
-OH- digo- ¡hola! ¿Cómo estás?, ¿Eres la princesa encantada encerrada en la torre más alta?, ¿acaso tu leyenda es cierta?...
-Eh... bueno, más o menos- contesta ella, que como predije, ya se está poniendo colorada de vergüenza por aparecer mal arreglada ante su posible enamorado.
-La verdad, me gustaría ver tu hermoso rostro, para poder inspirarme y cantar más melodías de moda para ti... pero tu cabello... lo tapa todo, chica ¿por qué no te pones una cola?, así te veo mejor-
Ella, que antes que despeinada es una chica coqueta, corre a buscar cualquier cosa dentro de la torre más alta, y vuelve a aparecer despeinada pero con el cabello hacia atrás.
-Ya estoy aquí- contesta de nuevo en lo alto de la torre- ya me recogí el cabello, ¿puedes mirarme mejor?
Caramba!... la verdad es que no pensé que la chica fuera tan bonita, detrás de su maraña parecía un gorila, pero ahora que la veo bien.... me acabo de acordar de la última canción que están poniendo en la radio, seguro que ella aún no la sabe... y me pongo a cantar embelesado por la belleza de la greñudita, jejeje, es que es tan... así como.... ¡Ay, tan linda la pobre!, si se peinara... si se peinara te juro que el Rey me la tendría que dar en matrimonio, porque es tan... ¡ay!, así toda...¡ay!...
Resulta que se acabó la canción y Rapuncel suspira allá arriba y yo suspiro más todavía aquí abajo... bueno, aún así, esto lo hago nada más para salvar mi cabeza del destripador que me espera allá en palacio, no vayan a creer.
-Mañana volveré, querida mía, y seguiré cantando canciones para ti...
Me voy a casa todo emocionado y paso la noche copiando las letras de las canciones que le voy a llevar mañana, eso...ya amanece, he soñado con Rapuncel en camiseta rosada y jean a la cadera, peinada como quién acaba de salir del salón de belleza y, por supuesto, corro a la pata de la torre para continuar con mi gran plan.
.-Uh, Uh, Uh, ven niña, ven,
Uh,Uh,Uh, aquí estoy-
Entonces sale rapuncel con escarchita en las mejillas y la boquita llena como de un brillito... que... ¡ay!... ¡pero el pelo!. Trato de no mirarle el moño para no desafinar la canción, y pienso algo, pienso algo, porque tengo que solucionar este asunto. Por fin termino de cantar y, como quien no quiere, le digo:
-Amada mía, Rapuncel de mi corazón... ¿acaso no quisieras bajar hasta este banquito y sentarte un ratito aquí a mi lado, para verte mejor y conversar contigo?
Ella se ofusca, porque ante todo el orgullo, y me dice - ¡No!, ¿y por qué no subes tú?, ¿no ves que yo estoy aquí muy ocupada tratando de hacerle entender a mi padre el Rey que yo quiero libertad, que yo soy una niña grande y quiero vivir mi vida, y todas esas cosas?... si bajo, enseguida se entera y cree que le estoy haciendo caso... ¡no, no, no!. Si quieres, sube tú, pero yo ¡no toco piso!
-Está bien, amada mía, entonces mañana iré a cantar en tu ventana... pero eso sí, me tienes que ayudar. Aprovechemos que tienes el cabello taaaaan largo. Tú hoy agarras este cepillito mágico que tengo aquí y te pones a desenredar, desenredar y desenredar hasta que tu larga cabellera llegue al piso. Luego te tejes una crineja, y yo treparé por ella hasta tí. ¡Nada ni nadie se interpondrá en nuestro ....
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, NO; NO y NO!. ¡No me peino, no me peino, no me peino!
Rapuncel cerró la ventana de un trancazo y yo me he quedado solo y triste aquí abajo. Por más que canto y sigo cantando, ella está bravísima y no quiere salir.
Ya llevo diez días cantándole a la ventana, y mi amada Rapuncel no me quiere ver ni en pintura... –Oh, Amada mía., ¡perdona mi atrevimiento! Nunca más te pido que te peines, pero abre aunque sea un poquito la ventana y déjame ver aunque sea un poquito de tu cara y cantarte aunque sea un poquito de mi canción... uh uh uh, la,la la, ven a mí, oh! Mi amor.... –
Ya vengo pensando que el Rey tiene razón, pero no importa ya... ¡que me corten la cabeza si no me quiere mi linda greñudita!, ¡que me corten la cabeza antes de no escuchar nunca más su voz de ángel, antes de no ver nunca más su hermoso rostro y hasta su cabellera llena de piojos y horquetillas!... En eso se abre la ventana.... ¡ES ELLA!...espera...¿ES ELLA?, no, no, ¡si esta que se asoma tiene el coco pelado!...
-Amado mío... –dice Rapuncel- he decidido que nunca más me voy a peinar... pero como ahora está de moda eso de los peinados punk y de la sencillez, entonces éste será mi nuevo look... Ahora te lanzaré la cuerda que hice con mis antiguos cabellos para que subas hasta mí y cantes hermosas canciones de amor...
Y lanza por la ventana la crineja mugrienta y enredada... y yo ahora pensándolo, porque... ¡¿Cómo le llevo al Rey ésta cabeza pelada?!, ¡¿Cómo le digo que ésta es su hija?! A él, ¡que la quería con un moño de fiesta que llegase al techo y un vestido como de princesa de cuentos de hadas!. Bueno... luego pensaré en algo, mientras tanto, voy a subir hasta mi amada, que ahora que la veo bien... se ve tan... ¡ay!... Así con su cabecita redondita y... ¡Ay!... así, toda linda... ¡Ay!....
Ya ha pasado un año y Rapuncel no se ha dejado crecer ni un poquito el cabello. Debo ir hasta la torre y pedirle que sea mi esposa y llevármela lejos, muy lejos, porque... ¿cómo hago con el Rey?... si la ve así... ése no es un peinado... al menos eso creo que cree él.... y lloro desconsoladamente porque mi pobre Rapuncel no va a tener conmigo la vida de princesa que siempre ha tenido... pero mi padre, el peluquero Real, me escucha llorar, y pregunta:
–Oye, ¿Y qué es lo que te pasa a ti, muchacho?, tan contento que estabas con tu princesita...
-Ay, papá, padrecito de mi corazón!... esta niña se ha cortado todo el cabello, no tiene ni un pelo en la cabeza para hacerle un peinado y llevarla a donde su padre como prometí... ¿qué hago?
-¿Y qué hizo con las greñas?- pregunta mi papá, que siempre tiene una solución para todo, como todos los papás del mundo.
-con ellas hizo una gran cuerda por la que subo a verla y a cantarle mis canciones todos los días- le respondo.
-Bueno, muchacho, ¡esa es la salida!, primero la bajas de la torre, y con la cuerda yo le hago una peluca... no la voy a peinar a ella, así que ella no debería ponerse brava...
Salgo como alma que lleva el diablo y llego a la pata de la torre, y le canto a Rapuncel y ella sale toda emocionada y ¡suaz!, me lanza la crineja enmarañada, y yo subo y le digo:
-Rapuncel, amada mía... tu padre dejará que nos casemos con una condición... que te lleve peinada esta misma tarde hasta el Palacio... -
La pobre llora y llora porque no tiene ni un pelo por donde pasarse el peine.
-No llores amada mía, te prometí que jamás y nunca te pediría que te peinaras, y no lo haré. Mi padre nos ayudará.-
La agarro por una mano y corre que corre a casa de mi padre. Me llevé la cuarta parte de la crineja, que con eso bastaba, y mi papá le hizo un moño de lazo con crinejas y horquetas doradas dignos del Rey y toda su comitiva. Ella se montó encima su peluca y así llegamos los dos al palacio.
-¡Hija!, ¿Eres tú?- exclama el Rey al ver tan elegante a Rapuncel- Ejem... bueno, muchacho, haz cumplido tu promesa, así que todo estará listo en diez minutos... Vamos, pongan la música y busquen a los invitados!... ¡Hoy se casa Rapuncel!
Todos reímos de alegría y Rapuncel baila conmigo todas las canciones de moda que antes le canté al pié de la torre más alta. Y todo tiene solución en la vida y todos felices comiendo perdices... menos el decapitador que llora desconsoladamente a la sombra del gran árbol sin decapitados y me medio mira con media cara de que perdió el trabajo por mi culpa, pero esa es otra historia.
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