Dulce nos es la belleza, porque danza al mismo ritmo efímero que nuestras vidas. Precioso nos es el conocimiento, porque nunca tendremos tiempo para completarlo. Todo esta hecho y terminado en el eterno paraiso. Pero las flores terrenas de la ilusión las guarda etérnamente frescas la mente.
Texto agregado el 10-09-2006, y leído por 138 visitantes. (1 voto)