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9/9/6 11:54 p.m.

Insomnio, querido y bello insomnio.
Hace muchos años este ser sin rostro, sin forma, pero con brazos infinitos, secuestró mis sueños y mi salud. Hoy me veo todavía atrapado por él y sufriendo a la vez un terriblemente fuerte síndrome de Estocolmo.
Acá estoy, perdido en las palabras, enredado en la telaraña de la mente. Sobre mi inanimado cuerpo revolotean incontables recuerdos amargos, y la mayoría de ellos son curiosamente recientes. La vida pasa, la memoria se va perdiendo, los amigos van muriendo y la sombra de un ayer lleno de esperanza se va desvaneciendo poco a poco. Lo único que queda latente y muy aferrado a mí es este insomnio.
Todos los días al empezar la noche su reinado, siento los brazos cariñosos del insomnio sobre mis hombros. Siento como va cubriendo mis ojos, mi rostro, mi pecho y al fin todo mi cuerpo en un abrazo voluptuoso lleno de olvido, desesperanza y flores muertas.
Me abruma, ¡me abruma!, todo se vuelve pesado y pegajoso. Las paredes no se achican, más bien se vuelven lejanas cada segundo. Los pósters de Jim Morrison y Ernesto Sábato me gritan obscenidades y me hacen muecas más obscenas todavía. El techo se burla de mi estado de semiinconsciencia y el libro de Victor Hugo que está en mi mesita de noche me lanza una mirada psicópata. Pareciera que toda mi habitación hace mofa de mi infortunio, de mi principio de agonía.
La muerte es lo único que no veo por ningún lado. Me pregunto en que momento se le aparece a un moribundo: ¿antes, durante o después? Lo más seguro es que si aparece nunca se ve, una mancha negra nada más y ya. Pero diay, uno siempre espera humo blanco bajo la puerta y que de el aparezca una calaca con machete.
Si dicen que el dormir es como morir, entonces el insomnio es como ser eterno durante unas horas. Pasar la eternidad hipnotizado por la continuidad increíble de la degradación del color café en las tablas del techo. Oír como el silencio hace de si mismo una paradoja incontenible de voces, gritos, cristales rotos y demás ruidos que no cesan de hacerse presente en mi mente. Tantas cosas hacen del insomnio algo indescriptible que solo los que hemos estado tanto tiempo bajo su dominio podríamos dar una vaga idea de lo que verdaderamente es.
El insomnio no es solo no poder dormir, también es no poder vivir. Es pasar los días en un letargo espiritual y corporal que no nos deja pensar las cosas con la claridad que da un largo y reparador sueño. El insomnio puede ser terrible, pero también es posible que se convierta en algo bello, en un eterno compañero de intimidades, juegos, arte y, por supuesto, desvelos. Se pueden leer muchos libros, también se pueden escribir otro tanto. Aún así la compañía del insomnio es más trascendente que eso. Adentro de nuestro ser sentimos esa añoranza de la mañana, acompañada por el vértigo del sueño. Casi como una droga, digamos el opio, nos relajamos y viajamos por infinidad de estados mentales y faciales. Nuestros rostros cambian, se alargan y se hacen más profundos, más reflexivos. Ni que decir de la increíble transformación de nuestros ojos, que cambian de ser normales, a ser ojos de una criatura de la noche, de un hijo(a) de la oscuridad.
Como los ciegos de Sábato, los insomnes también tenemos poder sobre los demás seres que dependen de la luz y del día. Podemos ver todo de una manera mucho más real, por así decirlo. El resto de la gente aparecen como son: repugnantes, odiosas, envidiosas, viles y hasta viscosas, gracias a este don podemos escoger que personas manipular y que simplemente ignorar. Manipular a un diurno es increíblemente fácil, ya que ellos con muy crédulos. En cambio un insomne es conciente que todos sus delirios son meras fantasías y sus alucinaciones son causadas por impresiones de su mente que se aprenden fácilmente a controlar. Por lo tanto el diurno es manipulado por cualquier historia fantástica que le relate el insomne, y poco a poco se va influyendo en su cabeza hasta hacerlo caer totalmente en nuestro poder y hacerlos cumplir cada uno de nuestros caprichos sin que ellos siquiera se den cuenta
Muchos insomnes, me incluyo entre ellos, somos personas exentas de amor, incapaces de expresar cariño ni ninguna emoción que se relacione con el querer. Por supuesto podemos generar pasiones, o fingir cierta cantidad de amor o amistad, pero solo hasta cierto punto. Hay otros insomnes regulares que si pueden llevar una vida amorosa y social relativamente sin cambios y no por eso son más o menos felices.
Al comienzo el insomnio puede haber sido una tortura, una claustrofóbica pesadilla, pero con el paso del tiempo y al ver todas estas nuevas cosas que se abren ante mis sombríos ojos, he llegado a sentir al insomnio como parte del diario morir. Se ha convertido en mi amigo inseparable de tertulias infernales, al que anhelo abrazar cada vez que percibo su helado aliento en mi cuello y con el que es mi deseo sentirme complemento de la noche.
El insomnio es amor verdadero, amor a la soledad. Nos hace recordar a la muerte, pero también hace que nos olvidemos de ella fácilmente. El dormir es un chiste, solo el morir es ganancia.

10/9/6 5:49 a.m.

Texto agregado el 10-09-2006, y leído por 238 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
05-11-2006 Inteligente, reflexivo. peinpot
04-11-2006 vaya este poema me kae a pelo paro de insomnio karay :)+++++++ PUCCA_PSICODELIC
10-09-2006 SUBLIME El_enfermo
 
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