La ruta al abismo
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“Tuve un sueño extraño, en donde todo se componía, era tan real.
Cuando desperté yacía en mi cama envuelto en todas las contrariedades que se habían convertido en habituales… quería dormir otra vez, y soñar con aquel sitio utópico de mi subconsciente.
Pero en su lugar, me levanté, me arropé por el frío, (afuera las heladas ventiscas se reventaban contra los árboles), y le di un trago a la voluntad amarga que me abandonó durante tantos años”
-(No lo quería hacer, lo juro. Era algo que hubiera preferido, pero no es tan fácil- Me encantaba ver a mis amigos caer después de haber tratado de disuadirme en hacerlo, pero ellos estaban igual, caían incluso peor que yo, pero a ellos no les esperaba algo como a mi- y es que simplemente tomaba las llaves y conducía. Hice cosas que no pensé que haría, no lo pensé. Solo lo hacía, y ahí estaba ella esperándome en el marco de la puerta mientras se fumaba un pitillo; con la mirada de calma, como disimulando su alegría, y yo solo caminaba hasta ella. Pero no lo quería hacer, todo el camino me manejaba mi cuerpo, y mi mente quería explotar, por la desilusión. Darme cuenta del poco control que tenía sobre mi, muy poco control. Era apariencia, digo que la apariencia de que la mente nos controla, de que yo decido lo que se hace con mi cuerpo, pero no. Recuerdo el camino a ella era un camino luengo, curvas antes de llegar y luego su casa. Una casa con pilares, dos, eran dos pilares al lado de la puerta. Dos pilares blancos y la puerta de madera. La casa era grande, y ella salía a fumar para esperar a que llegara, y cuando llegaba como dije antes la veía, hacía esa sonrisa clásica que me bajaba del carro. Todo un ritual aquel, solo quería verla una vez mas, ya que antes nos habíamos gritado que nunca nos veríamos, y lo hacíamos cada vez mas intensamente, me refiero a observarnos, nos observábamos tan intensamente que parecía que nos estuviéramos viendo completamente, como nadie me vio, y se que nadie la vio así antes. Caminaba hacia ella, con cuajo, llenando de sentimiento el abrazo antes de llegar, quisiera decir que cuando la abrazaba todo mejoraba y al poco tiempo estábamos bien pero no, empeoraba vez por vez)-
-Te engaña Ray-
-Mentiras, son mentiras-
-Vamos, la vieron con otro tipo-
-No puede ser, simplemente no puede ser- decaen un par de lagrimas de sus ojos
-Tú eres mi hermano, no dejare que te haga daño una cualquiera-
-Tengo que preguntarle, tiene que confesármelo ella-
Raimundo tenía una enorme nariz. Con cejas pronunciadas, ojos grandes, redondos, dientes vistosos. A decir verdad parecía un personaje bufo. Pero era mas bien un detective, uno sonriente, aunque en este momento, salían lagrimas mientras se dirigía a la casa de su novia. “Jajaj y les crees?” fue lo que le respondió y luego “No te puse los cuernos Raimundo”. En el fondo él sabía que si lo había engañado; cortaron esa vez por un impulso. Y la necesidad de una distracción, lo hizo buscar al asalta bancos.
-Necesito el informe de la gente del pueblo que no tiene cuenta en el banco- Raimundo
-Si claro, te la mando en unos minutos-
Estuvo jugando la pluma, y luego escribiendo garabatos en el cuaderno. Su mente al engaño de su novia, estaba totalmente desecho. No quería pensar más en eso, pero no tenia muchas distracciones. “Vamos concéntrate, vamos”
No podía quitarse de encima el recuerdo:
“Estaba lloviendo bajo de mis pies, es cuando estas en las nubes mi amor”
Pero seguro no entiendes, ¿cuantas veces me vas a amar?, hasta el sol, y mas allá.
Tus cabellos son eternos giros de traslados, y mi mente es un abismo en tus ojos…
Me hablaste por teléfono cuando habían acabado los estruendos en el cielo. Me hablaste y te estabas calando, por la intensidad del agua, ¿sabes a que me refiero?;, las nubes decadentes marino ceniciento. “Ay voy para allá” te dije mientras sollozabas a distancia. Cuando llegué estabas de pie bajo un sobradillo, llorando a caudales. Confundí los pequeños arroyos en el embaldosado con tus lágrimas. “Te amo, no puedo vivir sin ti” fue lo que me dijiste, después de haber gritado tantas sandeces, que nos habíamos proferido con perfidia. Y te dije:
“Te necesito amor calado, como el mismo sentido al vivir”
Conjugamos un beso intenso que nos encajo la piel hasta el borde del corazón. Para mi fue una noche que me puntuó y lo recordé con hipocondría soledad.
-Aquí están los archivos, solo hay unas decenas de personas que no tienen cuenta, básicamente todo el pueblo tiene dinero en el banco, y los que no tienen directamente es porque su esposo(a) la tiene-
-Entonces esto no me lleva a nada, espera ¿quien es este Rodrigo que no tiene cuenta?-
Aunque trataba seguían profiriéndose las palabras en mi lucidez. Las reminiscencias atosigándome constantemente. Simplemente no podía dejarla, “¿podré creerle aun a pesar de estar conciente de que voy a la condenación?”.
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