Juventud… ¿una excusa para cometer delitos?
Las crónicas policiales de los diarios y revistas de casi todos los países del mundo, así como los medios radiales y televisivos, dan a conocer muy a menudo y en proporciones cada vez más crecientes y alarmantes, la intervención de menores de edad -hombres y mujeres- en la comisión de variados y diversos hechos delictivos que van desde el homicidio simple, el asesinato con todas las agravantes, violaciones, robos, lesiones y una gama interminable y terrorífica de delitos mayores y menores.
En términos estadísticos esta situación crece en progresión geométrica, ha sembrado el desconcierto y la angustia no solo en las comunidades donde se cometen, sino que en la actualidad constituye un grave reto a los expertos en los temas de la problemática, del menor y la delincuencia y, por lo visto esta tornándose en problema de muy difícil solución, pues mientras se diseñan estrategias, programas y proyectos, el mal avanza incontenible.
Es muy común usar -como forma de justificación- que el medio ambiente, la violencia de los actos diarios del mundo actual que hace apología de ella a través de programas de televisión, libros revistas la pornografía y las drogas – mal también de nuestra era- son los principales ingredientes del comportamiento nefasto por el que atravesamos la mayoría de los jóvenes frente a la sociedad.
Sin embargo y a pesar de que las explicaciones de comportamientos abundan en razones y sin razones y se hace responsable a todas las instituciones de la sociedad, a los padres, a los colegios, a la educación en general, etc., etc., los adolescentes, la mayor parte casi niños siguen cometiendo atrocidades que causan real y efectivo daño, tal cual las cometieran los adultos.
Viene a colación en este caso que si bien es cierto en nuestra comunidad cusqueña no son muy continuos estos actos de violencia se dan siempre de alguna manera y no por esto dejan de ser importantes, quizá no en la magnitud con las que se dan en nuestra capital, o en ciudades como Ayacucho donde las secuelas del terrorismo se ven reflejadas hoy en el pandillaje y la delincuencia; O por poner ejemplos mayores, en países como Brasil o Argentina donde es común usar el fútbol como excusa para que jóvenes con problemas mentales( por llamarlos de alguna manera) escondidas entre la multitud dan rienda suelta a sus fechorías y actos delincuenciales, o en el mismo Estados Unidos en donde hasta hace algunos años se jactaban de ser uno de los países más seguros del orbe, se ve con frecuencia asesinatos masivos en escuelas primarias y secundarias cometidos por los mismos estudiantes; esto por citar algunos ejemplos.
Una encuesta realizada hace pocos años en torno a este tema, arrojo a en este ultimo país, que cerca del 86% de la población esta de acuerdo con la pena de muerte, y un muy importante 65% estima que no debe de haber limite de edad para aplicarla.
En nuestro país no existe la pena de muerte, múltiples razones han impedido que nuestros legisladores la reimplanten y aún en los casos más dolorosos y dramáticos se han levantado voces contrarias.
Pero la pregunta es ¿podrán los jóvenes seguir dando rienda suelta a sus impulsos, cometer delitos y salir prácticamente indemnes ante la ley; -como nuestro caso que ha devenido en blanda y obsoleta frente a la realidad, particularmente creo que no se trata de imponer la pena de muerte pero… ¿y las sanciones?
Por: Melvin Noel Fernández Carrión.
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