Puertos de aguas que se escurren,
barcos que encallan en la arena,
nuestro vapor, nuestra condena,
cruel desasosiego sin mareas buenas.
Anclados en el limo de abatares,
vivimos a merced del tiempo
al no poder lebar velas en el viento,
buscando el sosiego en otros mares.
Quiero navegar en nuestro hogar,
hacia horizonte de la roja alborada,
y bucear en nuestro mar.
Quiero zarpar,
poder disfrutar,
de lo salobre y las gotas de humedades,
que mover fustes y disolver voluntades,
en la caricia,
en esa suave brisa,
que nos desliza,
sobre el agua,
fluyendo en un tirreme colorido,
a toda vela hacia el destino,
surcando con vos los siete mares,
en el vaivén absoluto de los cuerpos,
y las olas luminosas y esmeraldas,
las que recorren tu espalda,
cuando me llevas dentro,
moviéndome como timonel de la tormenta,
con la pericia del amor que llevo a cuestas,
y este íntimo deseo de adorarte |