Fue un encuentro casual entre miradas,
en un asiento de tren de madrugada,
teníamos la frescura de los tiernos,
esa frescura de rocío en nuestros cuerpos.

Ojos vidriosos de mutuo anhelo,
timidez al comenzar con las palabras,
roce continuo de miradas
y un estupor plagado de deseo.

Y nos encontramos así ensimismados,
paisajes urbanos corrían al costado,
no queríamos que el tren se detuviera,
queriamos morir en ésta espera.

Y bajamos sobre el mismo andén,
ajenos a la gente y su desdén,
sin querer nos encontramos,
tomados de la mano....

Y comenzamos a caminar juntos y sedientos,
y a comer nueces como amantes hambrientos,
sembramos gotas de amor que hicieron río,
atardeceres propios, soles de estío...

Vivíamos en una cruel era del mal,
ajenos a su torcida y pacata moral,
a su infinita y desquiciada fealdad,
y así un de amor transmutó en mar....

Y aquí estamos navegando sin puertos,
sin timoneles ni rumbo cierto,
salvando razones, dudas, desencuentros,
firme el timón y a corazón abierto.
Después de tanta agua y tanto tiempo,
seguimos abrazados,juntos, sedientos,
presos en aquel tren, saciados y hambrientos.