Y acá estoy, con mi sobrenombre de heroína hippie. Gaby, como la de Spinetta. Acá estoy con mil sueños atorados y un camino, que no se si será el correcto.
Acá estoy iniciando una vida que no tiene otro sentido que el que surge del movimiento diario.
Yo, eterna buscadora de una verdad filosófica que fuera sostén de las pequeñas verdades cotidianas, me encuentro en el momento de tirar los libros de Niezstche, o de Platón en busca de una verdad más sustanciosa. La mía propia.
¿Y cuál es esa, mi verdad? Es un dilema largo y árido. Mi verdad está compuesta de mil pequeñeces que al mirarlas de lejos son un cuadro gigante pintando con pinceladas que a veces no concuerdan con la de al lado. Pero es mi cuadro. No hay otro. Si insisto en pintar detalladamente y a la perfección un cuadro, no llego a construir una vida, construyo simplemente un perfecto cuadro hermoso, de bellos colores y formas. No alcanza.
Buscadora y aprendiz seguiré siendo. Ayer descubrí que en el medio del sopor de algo que me aburre, rescato el porque. Me aburro porque a una persona muy querida le encanta eso que yo considero aburrido...y entonces ...miro con otros ojos y la situación se transforma. Obvio que imparcialmente eso sigue siendo aburrido...pero para mi es crear algunos recuerdos para que esa personita arriba del escenario me cuente dentro de años: ¿te acordás tía cuando me viste bailar en el teatro? Y yo lo recuerde. Y eso haya formado un lazo. Tengo que formar lazos con la gente que me importa y todavía no pude formarlo. Tengo que anudarme a la gente que amo y que dentro de poco no veré con frecuencia.
Mi camino empieza otra vez, mi viaje se reanuda después de una larga espera. Nunca me sentí más amada por mi gente. Nunca me sentí tan deudora de afecto como hoy. Yo que creía que me debían a mi.
Gente, el camino se reanuda. El viajero descansó y ahora emprende el viaje. Nos vemos.