Salió de su casa. Tenía la cara llena de expectación, un pasaje en el bolsillo y todas sus ropas en una maleta. Estiró la mano y paró un auto, Al terrapuerto, por favor, le dijo al chofer. Partieron, llegaron al lugar. El hombre en todo el camino calló, pensaba en su destino, en la cita final. Pagó al chofer y bajó del auto. Entró en el terrapuerto y esperó la salida del bus. Mientras esperaba notó a cientos de personas que al igual a él, estaban con sus maletas, esperando al bus, el mismo bus que él, y todos guardaban silencio, todos esperaban el bus, todos esperaban sus destinos... El hombre miró a uno de ellos. Era un tipo alto, demasiado, vestía mal, olía peor. Vio a otro, este era pequeño, regordete, tenía arrugas en toda la frente, un saco viejo, y permanecía sentado, esperando como todo, mirando la llegada del bus. El hombre se paró y notó que todos le miraron, como preguntando: ¿Adónde vas? Le temblaron las piernas, se sentó, bajó la mirada de vergüenza, y esperó al igual a todos los otros. No pasó mucho tiempo cuando el bus llegó. Era inmenso, de color rojo sangre, botaba aire por todos lados, las lunas eran oscuras, y una de ellas estaba abierta. El hombre notó al chofer. Este tenía gafas oscuras, y masticaba un chicle... El bus se detuvo. Se abrió una de las inmensas puertas automáticamente y se escuchó: ¡Partida! Toda la gente se puso en cola y esperaron el aviso de subida. Salió el chofer de gafas oscuras, vestía todo de celeste, usaba corbata oscura, y dijo: ¡Subida! Todos empezaron a subir, lentamente, como si el bus estuviera tragándoles. Ya todos adentro, nuestro hombre notó que no tenía asiento. Notó que toda la gente le miraba, sintió vergüenza. Caminó dentro del bus hasta llegar al chofer y le dijo que no tenía un sitio en donde sentarse, Su boleto por favor, le dijo el chofer de gafas. Sacó su boleto y se lo mostró, Tiene que esperar al próximo bus, le dijo el chofer de gafas oscuras, Bajé por favor y espere que no tardará. Nuestro hombre bajó y el bus partió y mientras se alejaba sintió pena, algo de él se iba en el bus, no sabía qué era, pero era algo. Buscó una silla para continuar esperando. Vio una que estaba en la entrada del terrapuerto. Se sentó y continuó esperando, pero el bus no llegaba. Miró su reloj y fue hacia la oficina de informes para preguntar por el próximo bus, Sale mañana, le dijeron. El hombre miró el rostro del informante, era un tipo joven, mascaba un chicle, tenía un lápiz en la mano y estaba llenando formularios, ¿Mañana?, preguntó. Le dijo que sí, que mañana muy temprano viene el próximo bus. El hombre quería reclamar algo, pero no le salían palabras. Salió del terrapuerto y empezó a caminar a su casa. Miró en una esquina y vio un hotel miserable. Entró y pidió una habitación. Le dieron una llave y pagó por una noche, Desea compañía, le dijo una mujer regordeta, fea y apestosa. Le dijo que no, que muchas gracias. Recibió las llaves y subió al cuarto. Entró y vio que toda la cama estaba desarreglada. Iba a reclamar pero decidió arreglarlo él mismo. Entró al baño y se dio una ducha caliente. Se secó y se metió dentro de la cama. Cerró los ojos y esperó a la mañana siguiente... Quería llegar temprano, muy temprano. Apenas despertó se puso la ropa, cogió su maleta y salió del hotel rumbo al terrapuerto. Entró y vio a mucha gente con maletas en la mano, y todos esperaban a bus. Miró hacia la llegada del bus y vio que uno más grande que el anterior estaba entrando al terrapuerto. Lo siguió con la mirada, había un hombre de lentes oscuros, era el mismo del día anterior. Abrió la puerta de entrada, y el hombre sin que esperar que el chofer anunciara que suban, ya estaba subiendo. Entró al bus y se sentó en la primera silla. Luego, todos subieron tras de él, y todos entraban con las caras temerosas, inseguras como si fueran por primera vez de viaje rumbo a sus destinos finales... El bus partió y nuestro hombre sintió que algo se quedaba en el terrapuerto, y mientras mas se alejaba el bus sentía que su maleta pesaba menos y menos hasta que no llego a pesar nada, ni siquiera él mismo se sintió. Cerró los ojos y se puso a dormir, y continuó esperando...
San isidro, septiembre de 2006
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