La pared era tan delgada de aquellos departamentos, que se escuchaba todo lo que hacían los vecinos.
Aquella mujer estaba todo el día pegada a la pared, era tan interesante lo que decían sus vecinos, que sin darse cuenta sabia cada uno de los secretos que tenían guardado.
Deja de espiar a los vecinos amor.- Le decía su marido.
Pero ella lo ignoraba, era casi una obligación estar las 24 horas del día, pendiente de lo que sucedía.
Hasta que una tarde, escucho discusiones y gritos de sus vecinos.
¿Amor y que le paso a los vecinos que gritan así?
¡Y que me preguntas a mí! -Yo no vivo con ellos. Fue su respuesta.
Pero los vecinos no paraban el escándalo, hasta que llego la fuerza policial para solucionar el problema.
¿Amor quien llamaría a la policía? - Pregunto el marido.
¡Y que se yo! -Dijo la mujer. Mientras fregaba la cocina.
¡Mi amor! -Se están llevando preso al vecino, mira ve por la ventana.
¡Ah no! Eso no lo aguanto, la muy sinvergüenza lo engaña y luego lo trata de ladrón. Dijo la mujer, mientras salía a toda prisa para detener aquello.
¡Mi amor, no te metas en eso!
Pero ella ya se había ido.
Al rato cuando regreso, traía una sonrisa enorme.
¿Que te sucedió mi amor? ¿Por que vienes tan feliz? - Le pregunto su marido.
Es que me acaban de ofrecer, un puesto en la comisaría.
¿Donde?
De espía.- Respondió ella.