La concepción que nos crea o que creamos de alguna forma sobre la realidad parte precisamente de las hipótesis que presentó el pensamiento filosófico clásico y moderno, en el sentido de que la percepción del mundo o realidad exterior, es fragmentaria, primero por las limitaciones de los sentidos y segundo, porque a las personas no les es posible captar los objetos en su esencia, porque de ser así sería más sencillo definir este término y tanto estudio no tendría razón de ser.
Acaso nos limitamos a pensar que es algo pensable, o cómo sabríamos que realmente existimos en el mundo “real”, porque, quién determina qué es real y qué no lo es, es algo indescifrable que tiene diversas respuestas o significados procedentes de diversos autores, pero ahora, en el presente, abarcamos muchas más ideas de las impuestas anteriormente, ya que las últimas teorizaciones en matemáticas, física y astronomía, muestran una disponibilidad a pensar el universo desde lo abstracto, por lo que el sistema de registro sólo es útil en la medida que permite conceptuar un fenómeno determinado acercándose a él por pautas de descripción, más no se logra una experiencia cercana a éste, a diferencia de la teoría científica en donde la realidad de las cosas es sólo aquella que permite una observación mediante un sistema de registro que se adapte a las leyes que ésta misma propone.
Para conocer o entender un poco más la realidad se crearon unos principios filosóficos como por ejemplo los metafísicos, en el cual desarrollamos diversas preguntas o planteamientos que nos ayudan un poco, por así decirlo, a decir que, el mundo, existe por sí mismo así yo no exista; se compone exclusivamente de cosas u objetos concretos. De la misma manera, las formas son propiedades de las cosas y no ideas existentes por sí mismas, y nada surge de la nada y nada se reduce a la nada. Otro de los principios filosóficos son los gnoseológicos descriptivos que tratan directamente el conocimiento humano del mundo, en el cual podemos conocer de alguna forma la realidad, aunque imperfecta, parcial y gradualmente, donde sólo podemos conocer dos tipos de objetos: los entes materiales (cosas concretas) y los conceptuales (conceptos, proposiciones y teorías), por tanto el hombre tiene distintas formas de ver o conocer dicha realidad como la percepción, la concepción y la acción.
Es por ello que debemos diferenciar la realidad con la utopía, pero la complicación es el ¿cómo?, ¿cómo es que vivimos en un mundo donde imaginamos o pensamos que lo que estamos viviendo no es real?, cabría la posibilidad de que lo que “vivimos” lo hace real alguien que nos piensa, tomando como ejemplo a Dios.
Debido a las leyes naturales, limitamos de alguna forma nuestro comportamiento y de allí nuestro pensamiento, liberando nuestro impulsos en las fantasías o en los mismos sueños, (aunque ¿cómo sé yo que lo que estoy escribiendo o haciendo en este momento no es un sueño?) ya que otro de los limitantes importantes son las normas o leyes impuestas por la condicionada sociedad en la que vivimos, es decir que la forma en que actuamos debe aplicarse a la normatividad y de no ser así, rompemos esos límites y podríamos ser tratados como locos o psicóticos, siendo que ese tipo de personas en particular no reconocen los límites de lo real y la fantasía, ya que tienen un problema en la que Freud denominó superyo.
En cuanto a la física cuántica, se puede afirmar que la realidad no es más que un holograma constituido por partículas elementales ordenadas en nuestro cerebro, sin embargo, los físicos se preguntan si el mundo que llamamos real es algo concreto, tal como se nos presenta, o por el contrario es la percepción holográfica de una gran cohorte de partículas elementales que se ordenan ante la inferencia humana. Si no se obtiene una percepción directa de la realidad, ¿existe tal realidad?, y especialmente, ¿si cuando dejamos de percibirla (olerla, saborearla, tocarla, mirarla, ponderarla, evaluarla, etc.), queda sólo como una sensación inconcreta que se desdibuja en el tiempo?. Por ello, las preguntas que se deben hacer, por simple asociación, son: No conozco, no tengo conciencia del fenómeno, ¿luego no existe?; ¿Sólo existe cuando lo percibo?; Lo que percibo, ¿es el mundo real?, o ¿sólo es "mi mundo real"?; Mi mundo real, ¿es solamente "mi presente"?; En cada instante de mi presente, ¿se encuentra la profundidad de la eternidad?; ¿Puedo inmovilizar e intemporalizar ese "mi instante"?, y si es así ¿Puedo tomar conciencia de la eternidad?.
La teoría cuántica sólo es posible expresarla en términos matemáticos y describe a la materia como una abstracción. En este sentido, la materia no ocupa ni un espacio puntual ni un tiempo determinado, se encuentra difundida y en un constante movimiento discontinuo, aleatorio e impredecible, en todo el Universo. Las partículas elementales no obedecen a leyes predeterminadas, por lo que para quien las observa en este estado inicial, resultan parecer la consecuencia de una situación caótica.
Es el observador el que crea la realidad del instante presente. Si este instante no es observado se puede generalizar diciendo que se difundirá, extinguiéndose en el tiempo. Por tanto, sólo es la conciencia del observador del suceso lo que le aporta realidad. Pero, ¿y si no se tiene conciencia de ese mismo suceso, existe en realidad?, por tanto, la realidad cuántica es diferente según se perciba o no, según se observe o no, por lo cual, los electrones antes de la percepción del observador eran simplemente partículas u ondas.
A partir de aquí se plantea un gran problema. ¿Qué poder virtual tiene el observador sobre la creación de la realidad?. El conocimiento de los elementos que nos rodean, parece ser el eslabón entre el mundo cuántico y la realidad común. Es decir, la conciencia del observador es la que hace realidad lo observado. Por eso, Prigogine dice: "La realidad se nos revela sólo a través de una construcción activa en la que participamos" y Watzlawick nos dice que “es un producto de la comunicación” y que “la clave para entender la realidad, cómo se construye, es cuestión de puntuación de la secuencia de sucesos”.
En conclusión, como se pueden ver o tratar de definir la realidad desde nuestras distintas realidades, por decirlo así, estamos de acuerdo en una cosa, simplemente que no estamos de acuerdo en nada, y nos vemos limitados, por tanto en espera de las futuras metateorías que nos convenzan que lo que estamos viviendo es real y lo que estoy escribiendo es también lo es.
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