Dionisio no se podía dormir. Todo el día pasó pensando en su problema “X”. Estaba en una de esas durar encrucijadas que la vida pone. Durante el día, la rutina había sido la misma, pero su mente se entregaba a la difícil decisión. No sabía qué hacer.
Ya muy tarde, en la noche, daba vueltas y vueltas en su cama sin poder conciliar un descanso decente. De repente, oyó un ruido. Alguien más estaba en su cuarto.
- ¿Quién anda ahí?- preguntó con el corazón en la garganta. Nada. No le contestaban.
- ¿Quién es?- insistió. No se equivocaba. Sentía una respiración agitada y hasta malhumorada muy cerca suyo.
Dionisio guardó silencio un rato. Sentía su cuerpo helado y lleno de sudor nervioso. Unos segundo después, su garganta soltó un involuntario chillido de angustia.
- Ja, ja, ja... – sonó una carcajada- ¡Qué patéticos son los hombres! Ja, ja, ja...- dijo la voz.
- ¿Quién es?- preguntó Dionisio.
- El Diablo, y quién más.
- ¡Qué!
- El Diablo, sí, Lucifer en persona ha venido a visitarte.
- Ah, bueno... ¡qué alivio!- suspiró Dionisio- Creí que eras un muerto viviente, o algo así.
- ¿Qué?- dijo el Demonio sorprendido- ¿No te asusta?
- No, ¿por qué?, ¿debería?- respondió el humano extrañado.
- ¡Sí, semejante ignorante!
- No, Diablo, tu eres alguien pensante y con quien se puede conversar. Por cierto, tengo un problema en el que quisiera que me aconsejaras.
- ¿Yo?- dijo el Demonio aún sin comprender qué era todo aquello.
- ¿Y quién más?
- Pues..., no sé.
- Bueno, el caso es que debo tomar una decisión y quisiera una ayudita.
- Tu eres el más idiota de todos los hombres. Yo he venido a asustarte, a injuriarte y a hacerte infeliz por un momento.
-Bien, pero primero ayúdeme- dijo Dionisio con gran entusiasmo- Cargar con este problema yo solo, créame que es peor que cualquier fastidio que usted guste propiciarme.
- No lo creo. Además, ¿no sabes que yo sólo podría darte un mal consejo?- respondió orgulloso Satán.
Para qué dijo esto. Como resultado obtuvo una respuesta que resonó en sus oídos desde aquel día hasta la eternidad:
- Sí, ya lo sé.
- ¿Entonces?
- Haré todo lo contrario. ¡Hay, Satanás!, de tan malo que sos, das paso a lo bueno.
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