Antropofagia
El hambre era tal que su cuerpo empezaba a perder la consistencia normal, era flácido, a duras penas podía desplazarse, cada vez era más difícil pensar, su cerebro realmente estaba afectado por la falta de alimento. No era su culpa. El alimento escaseaba desde que nació, en donde nació.
Hacía mucho tiempo, contaban los abuelos, había comida a cantidades. Siempre estaban gordos y felices. Eran otros tiempos.
La población había disminuido considerablemente y todos estaban preocupados, había que buscar de manera inmediata una solución al asunto, era primordial, si se quería seguir la extensa cadena de generaciones.
Y concluyeron. Por fin, tras tantas horas de deliberar, los ancianos lo habían decidido. Lo temido por todos era un hecho. Deberían comerse el cadáver humano enterrado cerca de la ciudad. Antropofagia.
Empezaron por las nalgas, eran grandes y canosas, por mas horrible que pareciera el hecho, muchos confesaron gustar de la carne humana. Un grupo pequeño menos escrupuloso, aseguró incluso que era el mejor manjar que había probado.
Pues ya ves, hijo- dice el gran gusano a su hijo-, hace años, para nuestra civilización de helmintos ,la carne de la que hoy disfrutas era prohibida. La carne humana, la deliciosa carne humana.
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