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Inicio / Cuenteros Locales / Rouge_Butterfly2911 / 2 de Mayo en Roma - capítulo 3

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- Capítulo 3

Luciano se estaba colocando la corbata en el espejo del corredor, todavía no se explicaba lo sucedido. Primero la incriminación de la familia en la muerte del matón ese de Spinelli, la rosa que le mandaron a Luigi a modo de amenaza, el atentado contra sus otros dos hijos, resultando con ello la muerte de su hijo Pier...que por cierto no debería estar allí...¿qué hacía Pier en casa de Enzo?. De repente a Luciano le saltó un nombre a la mente, ¡Luigi!.

- Gian – dijo Luciano con ímpetu mientras entraba en la sala principal - ¿has llamado ya a Luigi?
- No, Don Luciano, iba a hacerlo ahora mismo.
- Dame a mi el teléfono – dijo Luciano mientras hacía un gesto a los que se encontraban en la estancia para que la abandonasen – salte con los demás.
- Sí, Don Luciano, como desee.

Gian le pasó el auricular a su jefe sin rechistar y cerró las puertas que conducían al pasillo de acceso, dejando la sala herméticamente cerrada. En la sala solo se oía un ligero murmullo procedente de la habitación de la derecha, en el cual su hijo Enzo intentaba sobrevivir con la ayuda de su médico Carlo, auxiliado por María.
Después de unos leves minutos de indecisión Luciano marcó el número para llamar a Luigi. Sonó el tono que indicaba que estaba llamando...una vez...dos...tres:

- ¿Diga? – dijo una voz femenina.
- Buenos días, soy Luciano Virginia – dijo Luciano al reconocer la voz de la ama de llaves de la casa - Está Luigi por favor, me urge hablar con él.
- Don Luciano – dijo Virginia extremadamente sorprendida ya que nunca llamaba a esa casa a no ser que ocurriese algo muy grave – un momento por favor.

Luciano pudo oír como Virginia dejaba el auricular sobre una superficie y se dirigía a buscar a Luigi. Pero por el camino se encontró con alguien, Luciano no percibía bien la voz del otro, oyó unos pasos que se acercaban al auricular:

- ¿Quién es? – preguntó una voz.
- Soy tu jefe, Marcello haz el favor de pasarme con mi hijo ahora mismo – dijo Luciano notablemente molesto por su actitud pero orgulloso de que por una vez haya hecho lo que debía: asegurarse de su hijo estuviese bien.
- Discúlpeme Don Luciano – dijo Marcello muy arrepentido – solo estaba comprobando...
- Ya lo sé Marcello, ¿está mi hijo o no?
- Sí, sí claro, un momento – dijo Marcello apresuradamente.

De inmediato se oyó a Marcello gritando por toda la casa el nombre de Luigi. Luciano se repetía a si mismo: < Compostura Marcello, compostura... >. Después de unos segundos se oyeron unos pasos firmes y seguros al otro lado del teléfono:

- Al habla Luigi – dijo este con voz solemne - ¿qué pasa padre?
- Luigi, ¿a quién más has llamado aparte de a María? – sentenció Luciano.
- A nadie más pad... – intentó terminar la frase pero su padre le interrumpió.
- ¡No me tomes por idiota Luigi! – dijo Luciano, sintiéndose insultado por su hijo - ¿a quién más?
- A Pier y a Enzo – contestó con reticencia Luigi – tenían que saber lo que estaba pasando.

A Luciano se le hicieron reales todos sus temores:

- Luigi, ha habido un tiroteo – dijo Luciano con dolor.
- ¿Un tiroteo? – dijo Luigi muy sorprendido.
- No se sabe quien ha sido... Pier fue a buscar a Enzo para asegurarse de que estaba bien... – dijo Luciano, mientras sentía que el silencio que se producía al otro lado del teléfono era más profundo a cada palabra que él pronunciaba – Enzo está herido, Carlo le está cuidando – Luciano esperó unos segundos y prosiguió al ver que Luigi no emitía signos de vida – Pier intentó protegerle...resultó muerto.

Al otro lado del teléfono sólo se oían algunas risas a lo lejos de niños correteando por la casa, pero Luigi mantenía un silencio sepulcral, no tenía palabras, no tenía pensamientos...se había quedado en blanco después de las palabras de su padre.
Luciano le dejó unos instantes para que asumiese lo que acababa de escuchar, él sabía que era un duro trago para su hijo pero tenía que ser consciente de que por su insensatez uno de sus hermanos estaba muerto y otro estaba luchando para no morir.

- Padre...- consiguió articular Luigi – no era mi intención que...Pier... – Luigi balbuceaba palabras sin sentido – ¡Dios mío...!
- Luigi, quiero que me escuches atentamente y no me interrumpas, avisa a tu tío de lo sucedido con tus hermanos. Te voy a dar dos opciones – dijo Luciano con voz autoritaria - si quieres quedarte en esa casa quédate pero no me digas que te quedas y luego apareces aquí con un tiro en la cabeza – explicó contundentemente.
- De acuerdo – dijo Luigi dócilmente.
- Si no – prosiguió Luciano- te vienes inmediatamente aquí.
- Le digo a Rosa que coja a los niños que nos vamos – dijo Luigi sin pensárselo dos veces.
- No – negó Luciano – deja a tu mujer a los niños allí, estarán más seguros que aquí.
- Salgo en cuanto pueda – decidió Luigi – dejaré a Marcello aquí con la familia, los cuidará bien.
- De acuerdo, no te demores, hay mucho que hacer – dijo Luciano dando por terminada la conversación con su primogénito.

Luciano colgó el teléfono sin el menor miramiento, al mismo tiempo se abrió la puerta de la habitación de la derecha, donde estaba su hijo, saliendo de ella el doctor, Carlo. Se iba limpiando las manos y pensando como iba a comenzar el alegato, de repente se dio cuenta de que Luciano le estaba mirando con cara de “¿qué ha pasado?”, y dijo:

- Luciano, Enzo está bien – dijo Carlo con voz serena.
- Gracias a Dios – dijo Luciano muchísimo más aliviado después de saber que su hijo pequeño estaba bien.
- Sí, está bien, pero por poco no lo cuenta Luciano, un poco más a la derecha... y directo al corazón. Quien le ha disparado no quería darle un simple susto, quería matarle.
- Lo sé Carlo – dijo Luciano siendo muy consciente de que Carlo estaba en lo cierto, no querían asustarle, esto iba en serio.
- Mientras que le sacaba la bala del hombro – explicó Carlo – Enzo empezó a delirar... y preguntó por Pier.
- Mmmm.....entiendo – dijo Luciano con un sabor amargo en la boca – por ahora no es prudente que le digamos nada.
- Por mi no se va a enterar – dijo Carlo haciendo un gesto de cremallera en su boca –. No conviene moverle por ahora, le he dicho a María lo que tiene que tomarse, vendré mañana para examinarle, si me necesitas llámame.
- Gracias por todo Carlo – dijo Luciano haciendo un gesto para acompañarle a la salida – nos vemos mañana.

Luciano, después de despedir a Carlo se dirigió hacia la habitación de la derecha que ahora se encontraba en silencio pero algo le impidió hacerlo. El teléfono empezó a sonar, < ¿quién iba a llamar aquí? > pensó Luciano, dudo en cogerlo, pero descolgó:

- ¿Diga? – preguntó Luciano.
- ¿Luciano Carmine? – dijo una voz que si el oído de Luciano no se equivocaba estaba distorsionada.
- Sí, soy yo, ¿quién habla?
- El “no muerto”- dijo la voz – escucha atentamente Luciano...estas muerto...tu y los tuyos.
- ¿Se puede saber quién eres? – preguntó Luciano molesto por tal osadía - ¿cómo has conseguido este número?, ¿quién demonios te crees que eres para amenazarme?
- Quedas avisado – sentencio la voz.

A Luciano no le dio tiempo de replicar, el otro le dejó colgado del auricular con cara de pánfilo. Colgó el teléfono con rabia y se dirigió inmediatamente al pasillo.

- Gian, localízame a Vito enseguida – ordenó Luciano – quiero saber si ha averiguado algo, dile que me espere en la casa.
- Sí, Don Luciano – dijo Gian mientras salía disparado con un par de hombres tras él.
- Tú y tú – dijo Luciano mientras señalaba a dos de sus hombres – quedaos aquí con María y mi hijo, no debe entrar nadie.

Luciano cogió su gabardina y salió de la casa con el resto de sus hombres. Se volvía a casa, debía organizar una reunión urgente, esto no iba por buen camino. Luciano no se lo explicaba: ¿por qué Spinelli emprendería esta campaña por un simple matón?



CONTINUARÁ

Texto agregado el 07-09-2006, y leído por 117 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-09-2006 Magnífico capítulo, estoy ansioso por leer el siguiente. Me estoy quedando sin uñas ¡Chica!. Enhorabuena Alejandro_1007
 
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