La primera vez que la vi, estaba cursando el tercer año de la carrera, la antesala a las prácticas y las verdaderas batallas venideras, ella nueva en el plantel era una chica no más alta que yo, apenas dos o tres centímetros más baja; caminaba sola por los pasillos cuando le vi, vestía unos capri blancos que acentuaban su delgada figura y una blusa color palo de rosa.
Nos miramos sólo un instante como si hubiésemos estado toda la vida por ese momento, y cuando al desviar instintivamente la mirada y volver a mirarnos sostenidamente nos sonrojamos, supimos entonces que era el inicio de todo, o de "algo", al menos.
Nunca imaginé que no sabría jamás su nombre ella solo era, y cuando a mis compañeros pregunté si sabían de su llegada, tampoco supuse que jamás le vieran, ni aun cuando después de algún tiempo, estuviera casi siempre conmigo, pero nunca pude coincidir como mis compañeros, el que nunca nos vieran juntos nunca me importó hasta ahora, porque a mi modo de ver era lo mejor para ambos.
Estando yo recostado en un prado después de leer fue nuestro segundo encuentro, tenía los ojos cerrados pero la sentí cerca de mí, incluso pude olerla y sin saber el cómo, cierto estuve de que era ella. Se acercó y colocándose sobre mí, me besó y calló mis labios que no podían ni querían dejar de saborearla, sentí su cabello rozando mis mejillas y mi nariz, lo probé inclusive y saboreé su perfume, una brisa lima y rosa que me encendió de inmediato.
Abrí los ojos sólo para volver a cerrarlos y dejando a un lado el libro que mantenía sobre mi pecho, recorrí sus brazos acariciando sus delgados hombros, sentí su blanda piel entre mis dedos, su blusa sin mangas dejaba escapar uno de los tirantes de su bra, y jugueteando empecé a bajar mis manos hasta su cintura, hasta que me detuve mientras ella desabrochaba mi camisa diestramente.
Miré nervioso y excitado hacia ambos lados pero no había nadie (al menos que yo pudiese ver) en derredor, y sin pensarlo dos veces la tomé por los firmes glúteos mientras a ojos cerrados sentía su boca y aliento recorriendo mi cuello, en tanto que mi respiración se agitaba cada vez más rápido, cada ocasión con mayor intensidad.
Sentía su ligero peso sobre mí, y sus movimientos, sus piernas y rodillas sujetándome por los costados mientras se movía lenta pero ondulante sobre mí, como si me montara mientras no dejaba de acariciar su tersa espalda. Palpé nuevamente su breve cintura y sus firmes caderas y subí mis manos nuevamente rozando la tibieza de su busto atrapado por mis pulgares circundando sus pezones erguidos y recorriendo con el dorso de mis dedos su perfecta forma, abrí su blusa en un par de movimientos.
La atraje hacia mis labios mientras me inclinaba hacia arriba para besar su busto, que contenido en un sostén blanco satinado me esperaba ansioso, mis dedos recorrieron esas curvas pequeñas y deliciosas y pude sentir el sudor y el latir de du pecho, mientras seguía buscando el modo de besarla por completo introduje mi rostro entre sus senos liberados con ayuda de mi barba y mis manos, y olfatee su aroma más profundo entre movimientos acompañados de caricias suyas en mi pelo ahora despeinado por sus largos dedos, que ahora me arrancaban los botones restantes de la camisa.
Nunca dejé de tocarla mientras le desabrochaba el pantalón y sentía en mi mano derecha el calor y la humedad de su entrepierna, deslizándola entre sus muslos apretados que cedieron ante mi paso, la jalé hacia mí nuevamente sujetando sus glúteos y la despojé de su pantalón bajándolo y sacando una de sus piernas mientras ella hacía lo propio abriendo más los muslos y deslizándose para que sus deliciosos senos rozaran mi pecho ansioso, mientras me miraba fijamente y recogía su lacio cabello por el costado derecho de su alargado y delgado cuello.
No tuve más que jadear un poco cuando ella me buscó y me introdujo entre sus piernas y yo acariciaba su cabello, abrí los ojos de nuevo mientras ella apenas dejaba salir un susurro y el ritmo de nuestros cuerpos sudorosos hacía más ruido a cada embate, tras cada movimiento; alcé mi mano derecha para rodear sus pechos perfectos mientras con la mano izquierda la atraía hacia mí rítmicamente, haciéndola sonreír mientras se mordía los labios y echaba la cabeza hacia atrás después de cerrar los ojos.
Descansamos y tras unos breves instantes rodó a mi lado y colocando su cabeza sobre mi hombro, acarició mi pecho y abdomen con sus uñas mientras me besaba un poco, y yo lentamente me relajaba cayendo en un ligero sueño al irme quedando dormido poco a poco, mientras ella se vestía lentamente y se acostaba a mi lado; sentí su fija mirada cuando se ponía en pie lentamente en tanto que parecía despedirse poco a poco hasta que me quedé profundamente dormido.
Desperté confundido y renovado de energía, era ya avanzada la noche y regresé a mi habitación en el dormitorio para estudiantes, nadie echó de menos mi larga ausencia y sólo un compañero me preguntó que hacía todavía vestido y qué le había pasado a mi camisa que estaba manchada de pasto y algo de tierra, le respondí simplemente que al intentar subirme a un árbol a escribir, me había atorado con una rama y mejor había preferido continuar en la seguridad del pasto para seguir escribiendo, lo cual no era raro en mí, así es que no hubo más preguntas.
Después de casi un mes de no saber nada ni tener noticia de ella, pensaba que no la volvería a ver, pero una tarde lluviosa me dí cuenta de que estaba equivocado. Nada más lejos de la verdad. Sin embargo ningún avance significativo respecto a la vez anterior, seguí sin poder arrancarle una palabra, un nombre, un saludo, y como la vez pasada y la anterior a esa, y seguramente la siguiente, siempre pasaba, lo hacíamos en una postura diferente cada vez, después de todo si las cosas habían de cambiar habría de ser yo quien tomara las riendas y la iniciativa.
Nunca dio tregua ni aún cuando parecía que sólo me miraba fijamente prolongando lo más posible ese momento como si fuera el último, pero ahora nos encontramos cada noche en mi habitación, aunque ignoro como hace para entrar o salir sin ser vista por nuestros superiores.
-Pobre chico, pensar que está así desde niño...- Dijo lamentándose la enfermera mientras volteaba el cuerpo inerte del joven que sólo se mantenía con vida por medio de aquellos tubos que lo alejaban de la muerte.
-¿Quien pensaría que dos personas que no pueden moverse ni despertar pueden conectarse de ese modo? Si no hablaran estos nuevos aparatos, no sabríamos nunca lo que ocurría en sus mentes.- Contestó la otra enfermera que limpiaba a la chica que estaba en la cama contigua, en el mismo estado vegetativo del joven.
-Es triste y una lástima que nunca se hayan conocido de veras, hacen linda pareja.
-Por lo menos así se hacen compañía, vamos no olvides cerrar la ventana, debemos continuar con los demás pacientes. |