Inicio / Cuenteros Locales / KABUKI / EL SOL DE CADA DÍA
Las calles estan desiertas...
los edificios más callados que nunca...
el sol va muriendo poco a poco...
la ténue luz deja entrever una espesa niebla...
una niebla con olor a eternidad.
Al caminar sólo se escucha el latir de mi corazón,
esa percusión que me hace saber que cada paso que doy
me acerca más a lo impredecible.
Cada paso acorta la distancia entre mi desesperación y la esperanza,
cada paso que doy va borrando la existencia... a mi alrededor no existe
nada;
sólo esa puerta... casi llego... falta poco... se me altera la respiración.
Se me asoma el alma por los ojos... quiero correr... se me travan las
piernas,
unos cuantos pasos más... sólo un poco más...
casi desmayo de la emoción.
Me encuentro frente a esa puerta... esa puerta que soñé...
dos toquidos... espero... me crece el ansia... parece detenerse el tiempo...
y... ...
y siento tu rostro cerca del mío.
Por fin, atravesar esa puerta... la puerta del nada y del todo,
camino sobre la melodía del silencio... un silencio de complicidad...
una complicidad que se ve descubierta por nuestra mirada...
nuestra mirada que se grita lo que esta a punto de suceder...
un suceso que se viene forjando minuto a minuto desde la última vez.
Estas tan cerca de mi, tan cerca que te siento temblar...
estas tan cerca de mi que siento tu calor...
estas tan cerca de mi que siento el roce de tu vida sobre la mía.
Tus manos van dibujando sobre mi cuerpo la esperanza perdida,
tu lengua va delineando el contorno de mi alma... va humedeciendo poco a
poco el recato de mi pureza.
Tus labios buscan sobre mi piel la verdad de tu vida...
tu lengua juguetea con mis senos... los recorres como queriendo encontrar en
ellos tu propio agotamiento.
Nos envuelve una atmosfera de frenetismo y hacen presencia espasmos
inocentes...
crece el ansia... el ansia por sentirlo todo en un segundo...
la locura invade nuestra razón y se transforma nuestra existencia en una
sola.
De pronto siento que tu calor me penetra... se desliza por todos los poros
de mi piel
y cada movimiento de nuestros cuerpos va decifrando las notas de nuestra
canción,
esa canción que entonamos con pasión.
Nuestra danza esta llegando a su final... cada vez más rápida...
nuestros cuerpos se contornean... mi alma llora y humedece tu cuerpo...
tu cuerpo que ya es parte del mío y tus movimientos se vuelven más
freneticos... más rápidos...
te deslizas con tal naturalidad y con tal entrega que no puedo más...
me contraigo con un ritmo quebrado... una y otra vez...
y por fin, aparece un rayo de luz...
dejamos salir la luz de nuestra vida... tu y yo guardamos esa luz dentro de
nuestros cuerpos y la dejamos salir cada que muere el sol...
Tu y yo vamos formando minuto a minuto esos rayos de luz y cada que muere el
sol
dejamos brotar de nuestros cuerpos otro más brillante...
un sol más ardiente... y con más vida...
nuestro sol de cada día... |
Texto agregado el 06-09-2006, y leído por 330
visitantes. (0 votos)
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Lectores Opinan |
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30-12-2006 |
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Para una idea que en sí es sencilla, quizá sería mejor un poco de economía en palabras. Pero no se preocupe, yo siempre me equivoco. roberto_cherinvarito |
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08-09-2006 |
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Has dibujado la ansiedad de los protagonistas con maestrìa, un erotismo poètico que emociona, me alegre haberte descubierto. doctora |
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06-09-2006 |
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Me dormiste con eso.
Aparte me suena a algo conocido figuracion |
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