Madrid oscurece mientras tu sombra, cada vez más tenue, se va alargando hasta que lo inunda todo. Es entonces cuando la gente enciende sus velas para ver mejor. En cambio yo lo hago porque me asusta el ver el espacio que ganas en la soledad de la noche, en la oscuridad de tu ausencia, en el eco de mi llamada. Mientras juro no hablar de ello, vago a tientas por ti, deshaciendo camino, dejando que otros vivan la felicidad que antaño planeamos, que antaño olvidaste ... ¿Es que no lo ves? Te grito justo antes de caer rendido en mi lecho, y cierro los ojos atormentado entre pesadillas, encogido, temblando, mientras tu hielo se esparce por mis huesos, amenazando con llegar hasta mi mismo corazón, ese que dices gemelo, y que ahora late a contratiempo con el tuyo.
Me despierto mientras das media vuelta. Comienzas la retirada mientras clarea, y la gente pierde el miedo y apaga las velas. Mi llamada pierde eco, y se definen las sombras mientras retrocede el hielo. Entonces al fin duermo. Mis 5 minutos de cada despertar, y mi alba y el tuyo queda como lo único que nos mantiene unidos. Y mi paz se confía y me dejo deslumbrar por tu luz, sin caer en que es precisamente eso lo que me lleva a vivir todo esto cada vez que permito que reamanezcas en mi vida.
"¿Sabes tu - preguntó Marte a la Tierra - alguna forma de evitar el anochecer?"
"Observar a la Luna" |