Me declaro culpable de asesinar al cariño,
por mis malos modos, por mi falta de tacto.
Me declaro culpable de la estupidez que me inunda,
de la torpeza de mis gestos.
También me declaro culpable de amarte sin comprenderte,
de estrangular el silencio.
Me declaro culpable de abusar de las palabras,
de marginar los hechos.
Me declaro culpable del divorcio de nuestros cuerpos,
de congelar las caricias.
También me declaro culpable de favorecer la cabezonería,
de cerrar las puertas.
Me declaro culpable de entristecer tu alma,
de quitarle sus colores.
Me declaro culpable de condenarte a resistir,
de agotar tu paciencia.
También me declaro culpable de plantar incertidumbres,
de abonar la duda.
Me declaro culpable de la falta de alegría,
de la tristeza permanente.
Me declaro culpable de robar la pasión,
de vaciar nuestros corazones.
También me declaro culpable de provocar agotamiento,
de consumir tus fuerzas.
Me declaro culpable de romper la armonía,
los ritmos y los tonos.
Me declaro culpable de limitar los sueños,
de secuestrar la imaginación.
También me declaro culpable de no aportar pruebas,
de no buscar solución.