Las balas de la metralleta se incrustaron precipitadamente en ella. Una ráfaga de dolor atravesó el pequeño cuerpo sin darle tiempo a nada. Sintió ese peso de la muerte impactar sobre su piel, a la vez que caía en furiosas contracciones.
Aquellos instantes sólo fueron el preámbulo de la inagotable vida que comenzaría a transitar...