Cuando apreció por primera vez la imponente y brillante imagen del Magnífico Salvador Supremo simultáneamente en todas las pantallas de cine, televisión, y teléfonos celulares del planeta, anunciando su llegada para socorrer a los seres humanos del inminente caos terrestre, las grandes masas fascinadas por esa figura andrógina vestida con una túnica de un blanco fulgurante, se entregaron devotamente a su adoración dejando de lado sus respectivas creencias y religiones.
Los grandes dirigentes mundiales y jefes religiosos, desconcertados ante aquello que terminaron por aceptar como un milagro, - era imposible aparecer sin aviso previo en todas las pantallas y dirigirse a cada uno en su lengua materna - se inclinaron ante lo ineluctable y decretaron que las huestes del MSS (Magnífico Salvador Supremo resultaba muy largo) que viajaban hacia la tierra desde el fondo del cosmos serían las bienvenidas en todo el planeta.
"Nuestros hermanos mayores viene a salvarnos y trasladarnos a un mundo mejor, sin sufrimientos ni miseria", vaticinaban unos; "tienen un adelanto de varios siglos sobre nosotros", arguían otros, "sus realizaciones materiales nos parecen milagros sólo porque su tecnología es demasiado avanzada para que la comprendamos". Pero la fuerza del misticismo y la necesidad de creer en algo maravilloso fueron mayores que el deseo de saber y conocer, y rápidamente se formó una corriente pro MSS en todos los países, con campañas publicitarias gigantescas, concursos para elegir la canción de bienvenida que todo el mundo debería cantar en coro cuando el MSS llegara a la cabeza de sus tropas intergalácticas a tomar posesión del planeta.
Los grupos protestatarios que se habían formado al principio tuvieron que pasar rápidamente a la clandestinidad, ya que la llegada inminente de los Salvadores – así habían decidido llamarlos - provocaba una competencia feroz por el poder entre los presidentes, embajadores, primeros ministros, que deseaban estar entre los interlocutores directos del tan esperado Salvador, y esto significaba sofocar cualquier tipo de oposición en cada país, para poder tener una chance mínima de participar en el Comité Mundial de Acogida del MSS.
Cuando los noticieros anunciaron la tan esperada noticia, - se había hecho la primera observación de la nave gigantesca desde el telescopio de La Silla, en el Norte chileno – se decretó la Primera Fiesta Mundial de una serie que continuaría para celebrar cada nueva noticia del acercamiento de la nave gigante.
La primera noche que la nave extraterrestre apareció brillando como una estrella en el cielo nocturno, millares de personas pasaron la noche en vela al exterior cantando los cantos de bienvenida que habían escuchado en el gran show mundial transmitido por la televisión y que todo el mundo terminó por conocer de memoria. Estas veladas nocturnas se repitieron cada noche mientras la estrella-nave espacial se agrandaba noche a noche. 'Cuando se vea tan luminoso como todos los planetas juntos va a detener su marcha, y el gran MSS va a viajar en su nave personal hasta nosotros' vaticinó un chamán mongol después de haber tenido una visión; lo que fue contradicho al día siguiente por el marabú más famoso del África negra, quien predijo que la nave se acercaría hasta alcanzar el tamaño de la luna, y desde ahí, pequeñas naves vendrían a buscar a quienes estuvieran preparados para partir. Esto produjo flujos masivos hacia las playas, que según el presagio de otra gran vidente sería el lugar donde inmensas naves llegadas desde el mar embarcarían a todos los terrícolas que quisieran partir. La situación se volvió tan caótica que el MSS decidió intervenir nuevamente y apareció en todas las pantallas del planeta a las 12 del día de cada huso horario. Todos escucharon nuevamente su voz aterciopelada llamando a la calma y a volver a sus lugares de trabajo, sería él mismo que anunciaría su plan cuando llegara la hora.
Llegó por fin el momento tan esperado, y entonces se vieron afluir en completa calma familias enteras hacia los lugares de reunión dispuestos por el SMM en un nuevo comunicado en el cual hacía un llamado a todos para que se reunieran y partieran en las naves inmensas que los trasladarían al magnífico planeta que los esperaba con los brazos abiertos. Hubo quienes, sin embargo, resistieron a esa ola publicitaria inmensa que se había abatido sobre la tierra, y refusaron mirar las pantallas, escuchar las radios, y pudieron así protegerse de la hipnosis colectiva difundida por las ondas electromagnéticas y hertzianas. Impotentes, vieron partir a sus seres queridos hacia un lugar desconocido, acarreados por esos seres que solamente ellos podían ver en su repugnante y deforme realidad.
|