Edson y Estéfano.
(Un cuento de la Copa del Mundo)
Edson y Estéfano son hermanos gemelos, (o al menos eso eran), sus padres los bautizaron así, una mañana del 19 de diciembre de 1962. Don Ignacio con consentimiento de Regina, su esposa, dotaron de sendos nombres a sus querubines, pues como grandes aficionados al futbol, eran admiradores de Alfredo Di Stefano, “la saeta rubia”, y como no serlo también del más grande de todos los tiempos, el Rey, Edson Arantes Do Nascimento, “Pelé”; que dicho sea de paso, en aquel entonces ya contaba con dos campeonatos del mundo, el primero en Suecia 1958 y uno más en Chile 1962.
Edson y Estéfano tuvieron a bien heredar el fanatismo futbolero de la familia; Y era en serio, comenzaron a ahorrar a la edad de cinco años, para ir a su primer mundial en cuanto se les presentara la primera oportunidad, y ésta llegó en 1970, no fue tan difícil, pues al ser México la sede, el campeonato del mundo les cayó practicamente a la vuelta de la esquina, pues vivían muy cerca de la calzada de Tlalpan, para entonces tenián una serie de recuerdos y valuados tesoros, como camisas con autógrafos de sus ídolos, fotos al lado de éstos, balones firmados por toda la selección nacional del 70, posters, banderines, llaveros, álbumes con promociones refresqueras, etc, etc, y cada uno cargaba siempre con las múltiples fotos sin firmar y recortes de periódicos y revistas, listos siempre a la espera de cazar una figura del futbol y pedirle un autógrafo más, incluso, cargaban con rollos de película fotográfica y cámaras de 35 mm. Todos los días salían de su casa con sus respectivos bultos, Edson, usaba una mochila a la espalda y adentro llevaba una carpeta de argollas con los impresos más queridos, Estéfano por su parte, no se despegaba del portafolio militar de baquelita que su papá le había comprado, como una supuesta antigüedad de la segunda guerra mundial, en el mercado de la Lagunilla.
Debido a su corta edad y recursos económicos de clase media, les fue imposible asistir al mundial de Alemania 74 y Argentina 78, pero con el paso del tiempo llegó la gran posibilidad, España 82, habían pasado 12 años para poder regresar a la fiesta de la copa del mundo, esta vez era lejos de casa, pero ellos ya contaban con unos buenos ahorros y la mayoría de edad para viajar solos, desde entonces se prometieron que siempre estarían en todos los mundiales no importaba donde fueran. Lo que les partío el alma fue que la selección nacional no calificó para ir a España 82, pero esa trsiteza no impidió que ellos volaran hasta la sede donde se coronaría Italia como la selección campeona del mundo.
Conforme les iban firmando los recortes y fotos de sus cargamentos, ellos procedían entonces a archivarlos en voluminosos álbumes, y en algunos casos, según el formato y el valor del cromo, lo mandaban enmarcar, la casa de sus padres ya vomitaba de todos los rincones toda clase de souvenirs, fue tal el volumen de la coleccíon, que una vez que terminaron la escuela y comenzaron a trabajar, rentaron dos lotes de una accesoria en un barrio cerca del estadio Olímpico Universitario, allí mudaron su colección, y cada fin de semana se reunian varias horas a organizar los recuerdos de su pasión.
Llegó otra oprtunidad de oro que facilitó a Edson y Estefano estar en la copa del mundo; México 86, así fue, habian pasado varios días muy ajetreados para conseguir material valiosísimo al lado de grandiosas figuras, en tan solo la primera semana del torneo ya poseían, los autógrafos de las selecciónes de Brasil, Holanda, Alemania, Inglaterra, Argentina, y por supuesto la de México que a decir verdad, las firmas de éste último equipo ya las tenían desde hace un mes. A cualquiera pudiera parecerle muy difícil de conseguir en ese tiempo relativamente corto todas esas firmas, pero su conocimiento y fanatismo del futbol era tal, que en realidad no fue tan complicado, conocían a varios reporteros de los principales diarios y estaciones de radio de la época, así como algunos comentaristas de televisión los cuales les facilitaron las aproximaciones a los equipos; a parte de la organización meticulosa que ya tenían ensayada por años; a veces solían separarse para conseguir los autógrafos y fotos de diferentes selecciones, a Edson se le facilitaba el ingles y se aproximaba más facilmente a algunos jugadores con los culaes se daba a entender, Estéfano a veces los distraia con ocurrencias como la de tirarse al piso o aventarles un balon a los pies, entonces ganaba tiempo para sacar fotos o intercambiar algunas palabras con los jugadores, había ocasiones que hasta los periodicos les compraban algunas imágenes o los reporteros se acercaban a ellos para recopilar algunas declaraciones, fue entonces que la colección se hizo autofinanciable, y gracias a eso pudieron adquirir más objetos de culto de ese mundial.
Todo salia a la perfección, llegó el día previo a uno de los encuentros decisivos para México, pues se enfrentaría a Bulgaria en la fase de octavos de final, Estéfano y Edson hicieron un plan para facilitarle a la selección mexicana el triunfo con la ayuda de un amigo; Ramiro, éste era voluntario de la cruz roja y esa tarde habia conseguido una ambulancia, entonces, entre los tres, se pasearon toda la noche en intervalos de cinco minutos con la sirena de la ambulancia a todo volumen frente al hotel donde se hospedaban los búlgaros, (años después, Edson diría que México ganó ese partido gracias a su concienzudo plan), ellos estaban seguros que el equipo búlgaro había pasado la noche en vela, y lo comprobaron cuando en el estadio vieron al director técnico y al portero bostezar varias veces unos minutos antes de que comenzara el partido.
Así pues, llegó la hora del encuentro, el estadio azteca lucía un lleno impresionante, Estéfano había bebido mucho café debido a la noche en blanco, y ya para el minuto siete, las ganas de orinar comenzaron a ser incisivas en la vejiga, él sabia que con un esfuerzo y concentrándose podría lograr prolongar esa sesación que imperaba a medio cuerpo, lo logró por varios minutos más, hasta que su hermano, en el minuto veintinueve le recomendó, -“deberías ir a los baños ahora, porque si quieres ir para el medio tiempo va estar asquerosamente imposible”–, Estéfano tuvo que admitir que era lo más prudente, -finalmente lo bueno vendrá para el segundo tiempo-, pensó, y la verdad es que en ese momento lo baños estaban vacios, se dirigió con prisa hacia el nivel donde se encontraban los baños más cercanos, para entonces corría el minuto treinta y uno, llegó al mingitorio, y desde la primera a la última gota de orina transcurrió un minuto y medio, algo le decia que tenía que darse prisa, lo de lavarse las manos lo dejó para otra ocasión, corrió como nunca, le surgió una angustia extraordinaria por llegar a su lugar, trató de ubicar el acceso a la tribuna que le correspondía, vaciló por unos momentos y renovó su paso apurado, encontró el acceso, recien habiá comenzado el minuto treinta y cuatro, agitado, trató de recuperar el aire de su carrera, pero ya más tranquilo pues ya divisaba desde esa entrada la cancha, y a penas pudo percatarse de que el balon surcaba el aire, y Manuel Negrete también, sucedió entonces la fantasía de uno de los grandes goles en la historia de las copas del mundo.
(…)
Al mismo tiempo, Estéfano perdía un ojo, y gran parte de su memoria y ubicación momentaneas, un aficionado con una bandera había saltado emocionado al ver aquel gol de Negrete, Estéfano, mal ubicado detrás de ese hombre y todavía en la entrada a las tribunas, no pudo esquivar la punta del hasta que sostenía aquella bandera, el dolor fue intenso, se echó hacia atrás, se revolcó a mitad del pasillo que esta vez lo conducía a una de las puertas de salida, nadie lo vio, todo el estadio y México entero celebraban aquella hazaña de Negrete, Estefano solo sintió que deambulaba sin rumbo, mucho ruido era lo que escuchaba y un liquido tibio que resbaló por su mano derecha alojada en su ojo izquierdo lo asustó, caminó de prisa y a trompicones, sin saber a donde se dirigía, al principio no pudo gritar, solo continuó su marcha a quien sabe donde, unos policías de la entrada lo sacaron del estadio a la calle, sólo habían visto a un hombre gritando y maldiciendo de dolor, ensangrentado, y caminando sin sentido, lo más prudente para ellos fue decirle que a unos metros estaba una ambulancia, que siguiera el camino de la derecha y que llegaría hasta ella, él evidentemente no pudo escucharlos.
. Edson por su parte, celebraba al lado de Ramiro aquel momento, no se preocupó por su hermano pues sabia que andaría por ahí captando imágenes de la anecdótica jugada.
(…)
Desde entonces, Estéfano esta perdido, es el día 10 de junio de 2006, en la ciudad de Nuremberg, Alemania, la selección mexicana dsiputará mañana su primer encuentro del mundial contra la selección iraní, Edson, está en el loby del hotel donde se hospeda la selección nacional, ha esperado por cerca de dos horas para ver si caza a sus ídolos y continúa con la casi nociva colección de fotos y autógrafos, esta vez, está solo, con peculiar tristeza extraña a su hermano que no ha podido encontrar, y lo peor, ni siquiera sabe si esta muerto, sólo lo sabe desaparecido.
Se olle un ruido de apertura de puertas de ascensores, barullo de gente caminando con prisa, son los jugadores, y personal que les acompaña, Edson se acerca con cámara en mano disparando a los gladiadores del balón, logra captar al capitán Rafael Márquez, que está a su vez firmando una camiseta para una enfermera que esta al lado de un hombre en silla de ruedas, éste, no puede hablar, parece hemipléjico, y esta tuerto, la enfermera le pide a Rafael que por favor escriba: “Con todo mi afecto para Edson y Estéfano, de su amigo de siempre Rafael Márquez”.
Se escucha un golpe seco y la gente se altera un poco, unos piden un doctor, otros piden calma y voluntarios para cargar a Edson que se ha desmayado.
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