DIA CERO


Llega el día, amanece, pues el sol sale; hoy con más fuerza y vigor que ayer
El reloj del mundo, aquel que ayer se detuvo, quedando estancadas sus aspas, su segundero y minutero en aquel momento…
El reloj del mundo, aquel que hoy vuelve a dictar su hora, su funesto andar y su fatídico tictac al que ya la humanidad parece estar acostumbrada…

-estoy agotado de aquel sonido-.

Ha sido vuelto a la vida, dios ha vuelto a darle cuerda, el tiempo ha sido puesto de nuevo a andar,
la mirada de la gente se detiene, no así el tiempo; aquellos ven cierto reloj manchado de sangre, con aliento a pólvora y presto a detenerse de nuevo y seguro que dios volverá a echarle a andar.

Seguramente mañana no tendrá manchas de sangre, tendrá cuerpos descuartizados dando giros en sus embragues, ya no tendrá aliento a pólvora, sus dientes estarán manchados de verde plutonio y expelerá por su boca el hedor de la muerte, ese olor que se desencadena luego de haber visto el maravilloso hongo de humo en el Occidente, donde el sol muere; y luego, solo luego, el sol nacerá al Oriente, como día a día lo hace, pero esta vez no habrán ojos viendo el reloj, porque no habrá reloj, y dios, tendrá que ocuparse en otra cosa, o inventar un nuevo juego en el que los hombres seamos sus fichas; pues el día final llegó; y hoy es el día después del día cero.