Noticias Muertas.


Miraba la parte de empleos en el diario, se necesitaban: ingenieros en informática, ingenieros comerciales, ingenieros civiles… Para él no era fácil encontrar un trabajo, a su edad, sin mas experiencia que la fabrica, donde trabajó por treinta años. Pensó que estaría ahí hasta que se jubilara, pero el nuevo jefe de área no creía lo mismo, era un muchachito con nuevas ideas de producción y entre tanta reestructuración que estaba haciendo, el viejo, no estaba considerado, aunque fuera el más fiel de la fabrica, incluso recordó aquella oportunidad en que la competencia le ofreció el doble de sueldo para que trabajara con ellos, pero él no aceptó, le era fiel al antiguo dueño, un viejito bonachón y de un concepto de trabajo más parecido a una familia que a una empresa competitiva, su único problema es que ya era demasiado viejo. Su hijo, cuando asumió el puesto de su padre hizo muchos cambios, “Necesitamos Sabia Nueva”, solía decir, así que contrato nuevos encargados y reemplazó al viejo y querido Inoztroza, el antiguo jefe de producción. El nuevo supervisor de producción remplazó a los mas viejos, llegando a acuerdos económicos con ellos y así lo hizo con el viejo también. De eso como cuatro meses, y ahora, después de tantos años, volver a empezar de nuevo. Graciela, su mujer, lo apoyaba en todo, los hijos ya estaban grandes, así que no había que preocuparse de ellos, ya tenían su vida hecha. “Lo que encuentres estará bien, de verdad, con tu jubilación anticipada y el acuerdo al que llagaste con tus jefes nos servirán para lo que nos queda por vivir”, le decía su mujer con la esperanza de que dejara de buscar empleo y se sentara a descansar, lo había visto romperse el lomo por tantos años que encontraba que ya era hora de pasar a la siguiente etapa de la vida, pero el se negaba a eso, “Aún puedo hacer muchas cosas”, le respondía el viejo empuñando la mano en el aire como para darle mas fuerzas a sus palabras. Ella lo miraba irse con la convicción de que al terminar el día el viejo llegaría con la cabeza gacha y con el talante derrotado, lo miraba irse y suspiraba, “Ojalá encuentre algo”, se decía a sí misma. Él marcó algunas posibilidades en el diario, las más probables las encerraba en círculos y las que no le parecían tan seguras, solo las subrayaba. Ese día había caminado mucho y se sentía cansado, echo una hojeada mas al diario, mirando otras noticias y dejando atrás los anuncios de empleo, se detuvo en el obituario, y comenzó a leer los nombres de las personas fallecidas, al mirar el nombre de Marta, un estremecimiento se apodero de él, no sabía que hacer, miró en todas direcciones como esperando ver a alguien riendo y así terminar el asunto pensando que todo se trataba de una mala broma, pero no fue así, miró nuevamente el nombre, “Marta Fuentes”, murió a los sesenta y cinco años de edad, de un paro cardiorespiratorio, sintió la boca seca, tragó saliva, miró otra vez en todas direcciones, pero no encontró la cara del amigo que él esperaba encontrar y que le estaba gastando esa broma tan terrible. Al fin se convenció de que todo era real. “Marta Fuentes”, pensó y se puso de pie, dobló el diario y lo metió bajo el brazo. “En qué momento la deje de ver”, se dijo a sí mismo, pero no lo recordaba, tal vez haya sido cuando se casó con Graciela, “Y pensar que en algún momento fuiste tan importante para mí”, pensó y espontáneamente sus ojos se humedecieron. Caminó lento hasta el paradero de micro, era aún temprano, para seguir buscando algo digno en que matar el tiempo, pero para él, el día ya se había acabado. No había nada más que hacer, no había nada mas que ver en el diario.