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Veo su cuerpo esbelto frente a mí, iluminado por una tenue luz. Las curvas de su cintura, el brillo de sus tristes ojos, el rojo intenso de sus labios que desearía volver a besar, su hermoso pelo negro liso que siempre adoré, acariciar... ella estaba ahí, iluminada por la tenue luz que entraba por la ventana y la hacía ver más hermosa que nunca.
- Esta noche te ves más hermosa que nunca, aún así...
Estaba rígida y con una postura y expresión que demostraba decisión en lo que acababa de hacer, pero yo sabía muy bien de todo lo que sucedía en su mente, de todas las dudas que pasaban por su cabeza, la conocía tan bien. Sólo me preguntaba como habíamos llegado a esto, que había ido mal, que había hecho mal o que no había hecho.
- Lo siento, lo siento mucho pero...
- No digas nada más ya, tus acciones me han demostrado más de lo que tus palabras podrían decirme...
El silencio inunda la habitación, se escucha afuera los carros pasar y el tictac de un reloj en algún cuarto contiguo, no dejo que continúe por que sus palabras no podían consolarme en ese momento, nada de lo que dijera podía y la determinación con la que lo había hecho me hería mas aún aunque ahora dudara tanto. Es cuando lentamente empieza a llorar y suelta el arma aún humeante de sus manos. En el momento en que cae y toca el suelo, haciendo el fuerte sonido metálico característico de las armas, siento un dolor muy intenso... el de la herida sangrante en mi pecho.
- Duele, me duele mucho...
No dice nada sigue ahí con sus dudas y lágrimas, perdida en la inmensidad de sus pensamientos y el infinito de su mente. Sé en lo que está pensando, sé que piensa en lo que hizo... si era lo correcto, si estaba bien o si no debió hacer caso. Yo no sabía la verdad, si era lo mejor o tal vez pudo haber otra salida.
- Lo único que hice fue amarte, mi único pecado fue amarte tanto y... tal vez... no haberlo dicho tanto.
- O tal vez fue que me diste mucho sin esperar nada a cambio...
Sus palabras se repiten en el eco de mi mente y se marcan en mi alma con el fuego del infierno. Son duras, aunque las dijo en un tono tan gentil y cariñoso, característico de ella. Tal vez aún me ama muy dentro de ella, nunca lo sabré. Lo único que sé es que la amo... aún ahora.
- Aún así te amo...
- Pobre soñador la vida no es así, debiste madurar antes, no confiar en nadie... el mundo no se enfrenta con sueños.
- Aún así te amo...
Siento un sabor amargo que sube de mi estómago a mi boca, no creo que sea por la muerte que viene por mi, es por algo más profundo... su traición. Siento a la muerte ya conmigo, me llama a sus tranquilos brazos puedo oírlo, me llama a unirme eternamente a ella. Pero me duele mucho su traición, una voz en mi interior dice que la olvide, que la odie, que la maldiga, que no merece mi amor, pero...
- Aún así la amo...