Hace un tiempo una amiga empezó a escribir una historia sobre mis amigos y yo, una historia en la que cada uno "sería" un ángel o un demonio. La historia era bastante más complicada que eso pero no quiero aburriros con un juego de niños que nunca superó las 20 páginas.
Esta es la historia sobre mi personaje que escribí yo para ayudar a mi amiga. Hoy me he acordado de ella y he decidido ponerla aquí. Ya tiene algún tiempo pero a pesar de ser de lo primero que escribí, me gustó bastante además de que gracias a este texto conseguí escribir mi primera poesía. La poesía completa es el primer texto que publiqué en esta página, se llama "El pecado".
Aquí la teneis:
Allí estaban, por fin los había encontrado. No creía que pudiese ser verdad, pero allí estaban los dos, juntos tal como le habían dicho. Se sentía intruso en un mundo privado, un lugar vedado para el. No deseaba interrumpir, a pesar de que le habían mandado seguirles y espiarles no era esa su naturaleza. Esa no era la naturaleza de ninguno de su rango ni de su especie. Aun no sabía por que había aceptado la misión, supuso que porque si desobedecía podría ser ejecutado por no seguir las órdenes de su superior. ¿Quién le había dado permiso para estar allí? ¿Porque había aceptado esa misión?
Esas preguntas se respondían con un solo nombre: Boldroth. El le había ordenado ir allí, el le había ordenado saltarse las normas. Solo había un motivo por el cual le había obedecido, el miedo que sentía y las represalias que pudiese tomar contra el si no cumplía sus órdenes. Ahora el mal ya estaba hecho, solo le quedaba avisar a su superior, como arcángel era lo que tenía que hacer. Ese era su rango y por lo tanto estaba por debajo de Boldroth.
El pertenecía al tercer coro mientras que Boldroth era del primero. En el tercer coro están los llamados ángeles, que son los de menor rango, su mejor habilidad es la velocidad de sus alas. Después le siguen los Arcángeles, que son los ángeles que lucharon contra demonios y vivieron para contarlo, son buenos luchadores, fuertes e inteligentes. Por encima de estos están los Principados, que mandan sobre Ángeles y Arcángeles y son los más poderosos del tercer coro.
Al segundo coro pertenecen las Dominaciones, más poderosas que las Virtudes y las Potestades, son los soldados del Reino del Bien, los más fuertes entre todos los ángeles. Los siguientes son las Virtudes que son las que ayudan a los sacerdotes en la Tierra, ellas les entregan su poder. Los últimos de este coro son las Potestades, junto a las Virtudes gobiernan las estrellas y los elementos de la naturaleza.
Y en el primer coro están los Tronos, orgullosos ángeles que solo viven para servir a su dios, son los que gobiernan en el Reino Blanco, son las ruedas del carro de su Señor. Por encima de los Tronos están los Querubines, los más sabios de entre todos los seres, tanto mortales como inmortales, cuentan con dos pares de alas. Ellos son los que vigilan la religión en el mundo. Y, por último, están los Serafines, solo obedecen las órdenes de su dios, su rasgo más característico son sus tres pares de alas, por debajo de ellos están todos los ángeles, todos les deben obediencia, tienen el poder de la luz y del fuego, son los más poderosos, más incluso que las Dominaciones, pues les superan en poderes, conocimientos y en magia. Como todos los ángeles, son inmortales, ninguna enfermedad les puede medrar y jamás morirán por la edad, tan solo un arma los puede matar.
En estos momentos Beldran estaba bajo las órdenes de Boldroth, ya que este era un Trono, estaba obligado a servirle. El ser al que le habían ordenado seguir se llamaba Balthamos, un ángel del más bajo rango, conocido por su ingenio con la poesía y su aguda inteligencia. Seguía sin poder explicarse que hacía con ella, ella que estaba incluso por encima de su señor, ella era un Querubin y al parecer estaba enamorada de un mísero ángel. Ahora comprendía a Boldroth, ya sabía porque le había ordenado seguir a su propio hermano, Balthamos. Lo que estaban cometiendo ellos dos era un gran delito, estaba totalmente prohibido por las leyes. Era un grave pecado. Decidió enviar un mensaje telepático a su señor diciéndole su situación y lo que estaba viendo. Las sospechas de Boldroth eran ciertas. La respuesta no tardó en llegar.
“Páralos, páralos inmediatamente, en seguida acudiré con ayuda” -Resonó su voz en mi mente
Ya estaba hecho, era hora de pararles.
- ¡Basta! Balthamos estás culpado de cometer Pecado. Detente, no puedes huir.
- ¿Qué haces aquí, Beldran? -dijo el
- ¡Ya me has oído! Detente inmediatamente.
En ese momento apareció Boldroth seguido por una patrulla de Dominaciones de aspecto fiero, equipados con espadas, escudos y vestidos con una imponente armadura azul, parecían listos para entrar en combate en cualquier momento.
- ¿Cómo has podido, hermano? -dijo Boldroth- Por esto serás ejecutado, lo siento mucho pero por vuestro crimen ambos seréis condenados. Ambos correréis la misma suerte.
- Boldroth sobre mi no tienes poder, a mi no puedes condenarme. Regresa ahora a tu morada antes de que te castigue por tu osadía -dijo ella.
- Lo siento mucho, pero en estos momentos estoy siguiendo las órdenes de los Serafines, en estos momentos estoy por encima de ti. ¡Cogedlos, cogedlos a los dos! - Dijo con voz resentida. Todos sabían que el la seguía amado, y también sabían que ella le rechazó por otro ángel desconocido. Ahora sabían de que ángel se trataba.
***
Estaba encerrado, no podía moverme, estaba encadenado y atrapado en una jaula. Pero eso no era lo peor, lo peor era que mi amada también estaba allí, también encadenada y soportando los abucheos de todo el Reino Blanco. No lo podía soportar, en ese momento supe que debía hacer. Confesaría, lo confesaría todo. Los jueces aun seguían discutiendo sobre cual sería su castigo, ambos eran culpables, pero como nunca antes se había visto algo así no sabían que hacer. Además de que no recibían ninguna respuesta del Señor de Todo y Todos.
- ¡Detened el juicio! -dije con voz decidida. ¡Yo soy el único culpable! Yo le engañé para que me amara, abrace a la oscuridad para obtener el poder suficiente para tenerla junto a mi y poder arrebatársela a mi hermano.
- ¡No! - dijo ella- ¡Balthamos no!
- Jajaja, lo sabía -contestó mi hermano eufórico. Estás muerto Balthamos, jamás debiste confesar. Pero claro, ningún ángel puede mentir, por mucho que ahora pertenezcas a la oscuridad.
- ¡Silencio! - Dijo un Serafín con voz profunda. Como a todos los Serafines, no se le veía el rostro debido a su casi divinidad, una gran luminosidad brillaba en todo su cuerpo, lo único que se le veía eran las alas, tres pares de inmensas y bellas alas blancas. Balthamos, quedas condenado a morir, te arrancaremos las alas y luego serás decapitado. Tu “amada” será perdonada ya que has confesado. Ya sabes que los poderes de la oscuridad no afectan a los Serafines ni a los que están a su alrededor, así que no intentes nada. Quedas acusado de pertenecer a la Oscuridad, usar poderes del Mal y de los Pecados Capitales de la Lujuria y de la Envidia. Serás ejecutado mañana al amanecer en la Tierra, nadie contemplará tu muerte excepto tus verdugos. Después de esto el Serafín se giró para marcharse pero un segundo antes de desaparecer se volvió y me dijo: me repugnas, para nosotros ya no eres un ángel, lleváoslo.
Dos dominaciones me agarraron por los hombros y me arrastraron hacia la Tierra. Justo antes de caer pude enviar un mensaje telepático solo para ella y pude gritar:
- ¡¡¡XANDALIEL!!! ¡Te amo y siempre te amaré! - instantes después caía inconsciente debido a un golpe producido por mis verdugos.
Xandaliel no pudo evitar llorar al oír las palabras de Balthamos, sobre todo al recibir su mensaje, como siempre el había adivinado sus intenciones. Mientras Boldroth se le acercó y le susurró al oído “En breve pasará su hechizo y volverás a ser la de antes, si quieres algo ya sabes donde puedes encontrarme” dicho esto se marcho riéndose.
“Mi pecado, mi pecado
fue quererte demasiado
Quiero quedarme en tu seno
pero he de ir al infierno
Allí pensaré siempre en ti
quiero que te quedes aquí”
***
Amanecía. Por fin despierto. Pero, ¿dónde me encontraba? De repente me acordé de todo, estaba viendo un amanecer extraño, el Sol era mas pequeño, supuse que se debía a que ahora estaba en la Tierra. Estaba tendido en medio del suelo de mi jaula, rodeado de unos extraños objetos, por mis estudios del reino de los humanos vi que eran árboles, pinos al parecer. Entonces les vi a ellos, mis verdugos, estaban discutiendo, decidí seguir haciéndome el dormido y agudicé mi oído para escucharles.
- No podemos hacerlo Bladibel, es como nosotros.
- Fueron las órdenes que se nos impusieron -contestó el tal Bladibel
- Lo se pero no puedo asesinarle con mis propias manos.
- Lo reconozco, a mi también me repugna, Madis
- Lo único que nos dijeron es que le cortásemos las alas para que comprobase que se siente al ser mortal y que luego le diésemos una muerte segura. ¿Dejarle aquí desangrándose por las heridas de las alas no es una muerte segura?
- De acuerdo Madis, la verdad es que me da pena, pero debemos hacerlo.
Malditos ángeles, todos eran iguales, su compasión les perdía. Al darme cuenta de mis pensamientos me di cuenta de que algo en mi estaba cambiando. Creía que se debía a la nueva posibilidad que se habría ante mi. Más tarde me di cuenta que es porque estaba destinado a lidiar en una nueva guerra.
- Despierta de una vez, dormilón -dijo Bladibel, ha llegado tu hora, te toca morir.
- De acuerdo, acepto mi castigo pero si volvéis al cielo por favor decidle a Xandaliel que me perdone y darle este mensaje.
- Es un poco tarde para redimirte, pero como es tu última voluntad se lo diremos, descansa en paz, hermano. Ahora te cortaremos las alas para que sientas la mortalidad, como no queremos que sufras después te dejaremos inconsciente y luego te mataremos.
Pobres infelices, no sabían que les había escuchado, pero mejor para mi, entendí que era el destino. Estaba de rodillas, con una espada a cada lado, preparadas para cortarme las alas. Con un raudo movimiento perdí mi inmortalidad. Lo primero que aprendí de ser mortal era el dolor, ser mortal dolía. Poco después de que me quitasen mis alas recibí un golpe en la nuca, volví a sentir más dolor pero en un momento deje de sentir. Justo antes de caer logré escuchar algo de lo que decían mis ejecutores:
- Ya está hecho, enviemos una imagen de este pobre condenado a todos los ángeles para que vean que ha muerto, y que así aprendan lo que es el castigo por un Pecado Capital…
Ángeles, su propia naturaleza les traiciona…
***
No podía soportarlo, acababa de recibir la imagen de su muerte, no le quedaba nada por lo que vivir, excepto las últimas palabras de Balthamos, esa poesía que solo ella había oído. En la poesía le decía que siguiera viviendo.
- Balthamos, viviré solo por ti.
- Lady Xandaliel, tenemos un mensaje para ti, son las últimas palabras de Balthamos, la primera parte la entendemos dice que le perdones, un poco tarde para arrepentirse. La otra parte no sabemos que quiere decir. Aquí te lo dejo, tal vez tu lo entiendas – Dicho esto Madis se giró y se fue.
- No lo entendieron, no quería que le perdonase su pecado, quería que le perdonase por haberse separado de mi y dejarme sola aquí. Sabía que no le perdonaría morir por mi.
Fue a coger la hoja que le había dado Madis y vio que era otra poesía, con una nota al pie. Inmediatamente comprendió que Balthamos estaba vivo, no logró explicárselo, pero estaba vivo. Ahora si que tenía motivos para vivir, aunque el le haya pedido que no le buscase. Sabía que su deseo era que ella le olvidase y que siguiese con su vida como si el no hubiese vivido.
- No será así Balthamos. Yo también te querré siempre, no podré olvidarte, pero no iré por ti
“No vengas a buscarme
pues tendrás que quedarte
Este no es tu lugar
tu lugar esta más allá
junto a los ángeles guardianes
que vigilan los males
Deberías volver al cielo
donde tendrás un caballero
por que yo no te merezco
Por mucho que te deseo
tu lugar no es estar junto a mi
por favor no vuelvas aquí”
La poesía no ha acabado…
***
- Un pobre hombre lo encontró tirado en medio del monte, tenía unas horribles heridas en la espalda, estaba rodeado de grandes plumas blancas. Aun no se ha identificado a que especie pueden pertenecer esas plumas. Tampoco se ha identificado al hombre, está gravemente herido y se cree que no sobrevivirá a sus heridas…
- El hombre del que hablamos hace unas semanas, que había sido encontrado herido en medio del monte, aun sigue con vida. Nadie se explica como ha sobrevivido, sus heridas están prácticamente cicatrizadas, estás heridas eran dos enormes tajos a la altura de los omóplatos que empezaban en los hombros y acababan en medio de la espalda peligrosamente cerca de la columna vertebral. El Misterioso hombre, como le llaman en el hospital, sigue sin despertar. “Como se ha curado, debería haber despertado ya” dicen algunos expertos, otros sostienen que sigue dormido porque no solo está herido físicamente, si no que también tiene profundas heridas psíquicas, causadas por un grave sufrimiento…
Acabo de abrir los ojos, no se donde me encuentro. Estoy tumbado en un lugar bastante cómodo. A pesar de estar tapado, sigo teniendo frío. ¿Frío? ¿Desde cuando un ángel siente frío? Ya no soy un ángel. Este pensamiento me golpeó como una pesada maza golpea sobre la cabeza del enemigo. Me dolía todo el cuerpo intente levantarme pero no pude. No me explicaba ni como había llegado allí ni como había sobrevivido, pero ahora mi mente humana solo me decía una cosa:
Venganza.
Debía recuperarme, recuperar mis alas como fuese. Mi mente seguía siendo superior a la de los humanos, y a pesar de que antes solo era espíritu, mi cuerpo es más fuerte que el de el resto de mortales. Era hora de irse de allí, ya no podía perder más tiempo, tenía un plan y pensaba llevarlo a cabo.
***
- El Misterioso hombre, el hombre del que hemos hablado tanto durante estos últimos meses ha desaparecido de repente sin dejar pistas, haciendo honor a su nombre…
- Apaga la tele Samuel, no tengo ganas de escuchar las chorradas del tío ese – Dije, no me gustaba escuchar las noticias de este lugar.
Después de despertar había estado un par de semanas investigando el lugar en el que me encontraba, aprendiendo y adaptándome a mi nuevo medio sin que los médicos se diesen cuenta de que por las noches desaparecía, una noche de esas en las que me escapé conocí a Samuel, era un buen tio. Dijo que cuando quiera me aceptaría en su casa. Tres días después estaba llamando a su puerta.
Estaba en una ciudad costera de un pequeño mar tranquilo, un mar entre tierras, Mediterráneo lo llamaban aquí. Era un buen lugar en el que me encontraba. Cuando muera, si me reencarno en un humano, espero que sea en este lugar, pensaba a menudo. No me costó mucho encontrar un trabajo en este lugar, aprovechaba mi tiempo libre para visitar bibliotecas y librerías buscando algo que me pudiese ayudar. Había encontrado bastantes cosas, estuve aprendiendo sobre genética, todavía guardaba alguna pluma, pero pronto descubrí que no era el camino para recuperar mis alas. Estaba desesperado, hasta que leí sobre aquel libro.
El libro en cuestión se llama Sobre la Vida y la Muerte. Trata sobre lo que se hace en vida y lo que se puede hacer después de la muerte. Una vez me enteré de su existencia, solo tenía que ir a buscarlo y cogerlo, estuviese donde estuviese. El problema es que no se sabía donde estaba. Tarde otros cuantos meses en localizarlo. Después robarlo fue un juego de niños. Con ese libro supe como podía volver a ser un ángel, pero había un problema, si me volvía a convertir en un ángel regresaría al Reino del Cielo. Si regresaba al Reino Blanco me descubrirían y sería ejecutado, esta vez asegurándose de que estaba muerto. Me estaba quedando sin salida. Encerrado en un cuerpo mortal, al final el tiempo acabaría alcanzándome y de el no podría huir.
Me olvidé de volver a ser un ángel, intenté concentrarme en como enviar un mensaje a mi amada. Pero también lo di por imposible, hacía años que ningún mortal se ponía en contacto con un Alado. Ni siquiera los dirigentes de la Iglesia eran capaces de hablarles. Se notaba demasiado que el que en realidad mandaba en el cielo había desaparecido, aunque se decía que estaba dormido en el cuerpo de un mortal y que cada día quedaba menos para su despertar. Que ironía, yo había acabado en la misma situación del que nos había enseñado a hacer lo que me hicieron a mi. Con la diferencia de que yo sabía quien era, y el no.
Esta vez tuvieron que pasar años, ya no era aquel que cayó del cielo, esta vida ya se repetía. Fue por aburrimiento cuando me decidí a volver a coger el libro. Cuando lo volví a leer me di cuenta de que no solo existían los ángeles, oculto en el texto hablaba de otra raza de inmortales, no pertenecientes al Reino del Cielo. Esta otra raza al parecer estaba en guerra con los ángeles, pero a causa de un motivo que desconocía, había como una especie de tregua. Esta raza se hacían llamar Demonios, y vivían en el Reino del Infierno. Al parecer si hacías ciertas cosas en vida, cuando morías podías convertirte en un Ángel o en un Demonio. Por lo tanto había otra posibilidad de volver a ser un inmortal, descubrí que entre los Demonios también habitaban ángeles. A estos ángeles se les llamaba Caídos.
Volvería a ser un ángel, ya sabía lo que tenía que hacer. Xandaliel, te volveré a ver…
***
Dolía, no sabía que dolía tanto, pero al menos lo estaba logrando. Ya quedaba poco, en breve terminaría el dolor. ¡Por fin podía batir sus alas de nuevo! Lo que más había ansiado en la Tierra, a parte de a Xandaliel, era poder volar, y ahora que volvía a tener alas podía volver a hacerlo. Pero tenía que encontrar donde, estaba en una caverna oscura, apenas podía ver. Al parecer había un túnel que conectaba con otra sala en la que brillaba una hoguera. Decidí encaminarme hacia allí.
A trompicones conseguí llegar, en efecto brillaba una hoguera, pero no había solo una hoguera. Sentados alrededor de ella había una cuadrilla de extraños seres, hablando en una lengua desconocida para mi, mientras observaban las llamas. Uno de aquellos seres percibió mi presencia y rápido como nunca había visto saltó hacia mi con una espada en mano. Aun estaba al otro lado de la sala le quedaban tres o cuatro metros para alcanzarme, con el salto que había dado no llegaría asta mi y caería a las llamas. Pero antes de caer unas alas salieron de su cuerpo y en un par de impulsos de sus nuevas alas llegó asta mi y me rodeó con los brazos. En menos de lo que me esperaba tenía una espada al cuello. Me dirigió unas palabras en su extraño idioma al ver que no le entendía se hablo en otro idioma, un idioma que hacía mucho tiempo que no escuchaba, el idioma del Cielo.
- ¿Qué haces aquí, emplumado? - Dijo asqueado.
- Tranquilo hermano, todos aquí perseguimos el mismo propósito – dije.
- Eso aun está por ver, hermano – me contestó, no sin cierto desdén.
- Para el Cielo yo estoy muerto, estoy aquí para poder vengarme de lo que me hicieron.
- Bienvenido entonces.
El Infierno no era como me lo esperaba, era todo tan cerrado, ahora echaba de menos la Tierra, o al menos un lugar donde poder volar con cierta comodidad. Como siempre fuí un ángel de bajo rango tuve que aumentar mi poder de otra forma, y que mejor manera de hacerlo que aprender magia, un arte que pocos ángeles conseguían dominar. Así empecé a seguir a todos los Demonios hechiceros, magos, nigromantes para aprender de ellos. En el Reino Oscuro pronto me hice un hueco, allí comprendían mi odio. Ellos me explicaron la verdad sobre lo que había ocurrido de verdad en la Guerra, el porqué había una tregua.
Hace ya muchos años para evitar que una guerra sin control acabara destruyéndolo todo, se decidió encerrar a los dos grandes poderes en un templo oculto que nadie sabía donde estaba, la persona que los ocultó, pronto desapareció. Nadie sabía quien era, ¿quién podía tener el suficiente poder para encerrar a los dos grandes poderes del Universo? Nunca se encontró el lugar de reposo de las dos esencias. Los dos bandos al carecer de un líder tuvieron que dejar de luchar, acabaron desperdigados y acabaron por volver todos a su Reino y reunirse allí. Los dos bandos aceptaron que sin un lider firme que les gobernarse no podrían seguir luchando y así la guerra se paró.
Y allí estaba yo, en medio de una calma tensa. Al contrario que los Ángeles, los Demonios no ocultaban nada a sus inferiores, aunque el control sobre ellos era mayor. Yo conseguí mantenerme al margen de las luchas por el poder que había en ese lugar. Así evité tener un señor al que obedecer y guardar respeto y obediencia. Así me convertí en lo que soy ahora.
Yo soy Balthamos el ángel caído de alas blancas, poderoso mago del Infierno. A partir de extraños y prohibidos ritos mis ojos se han vuelto completamente oscuros, como un pozo sin fondo. He dejado a mi pelo crecer como símbolo de mi rebeldía contra el Cielo, el cabello me crece negro. Ahora uso túnicas que me simbolizan como mago, al contrario que los magos de aquí mis túnicas son blancas. He sido el único en siglos en conseguir envolver una espada en llamas, soy el portador de la llama infinita, la espada roja de Faedar. Pero con todo esto, sigo siendo un ángel. Ayudaré al necesitado y siempre seré fiel, jamás traicionaré la palabra dada.
En breve se reanudará la guerra y los ángeles me verán aparecer de entre los muertos en la primera linea de batalla, y asta los más poderosos de entre los ángeles temerán a un ángel de rango inferior que fué asesinado por cometer graves pecados. Un ángel renacido de entro los muertos que lidera un ejercito de muertos. El ángel que derrotará al Cielo por un amor no permitido, por un amor libre. Los Ángeles y los Demonios volverán a ser libres, no seguirán siendo obligados a una guerra sin cuartel. La Humanidad podrá decidir su destino, un destino aun por escribir.
Cuando todos los demás caigan yo me levantaré y llevaré a cabo mi venganza… |