Te contemplo madre… y te reconozco en tus miles de manías y también te desconozco cuando tus ojos miran sin entender qué está sucediendo a tu alrededor. Te reconozco en tus gestos y sonrisas y te desconozco cuando esos mismos gestos y sonrisas se quiebran en el vacío porque acaso ni tú sabes para quien van dirigidos.

Te contemplo mamá… y te reconozco en tu andar, aquel que nunca pude aprender, ese erguido andar con el que parecieras querer decir que esta forzada ausencia no te doblegará. Y te desconozco cuando ese mismo andar tropieza con el recuerdo y no puedes encontrar el camino hacia tu hogar.

Te contemplo madre… y te reconozco en tus te quiero, aquellos que siempre esperaron los míos, y te desconozco cuando cada palabra mía pareciera ser sólo un sonido vagamente reconocible en tus asombrados oídos.

Te contemplo mamá… aún transitando sobre los pedazos de realidad que sobreviven en tu mente y a los que te aferras en una lucha sorda y sin destino.

Madre, ahora que eres mitad nuestra y mitad ofrendada a esa cruel enfermedad que te va recogiendo para sí, inapelable e inclemente, quiero decirte que te quiero, que me haces falta, que siempre estarás conmigo aunque ya te hayas ido… en esa partida aún más cruel que la muerte misma, en la que te tendremos en cuerpo pero con tu mente fugándose a través del devenir de los días.


Te contemplo madre… te extraño mamá…