Infierno, averno, tártaro, hogar de los espíritus impuros, los seres que en su condición de terrenales cometieron horribles actos contrarios a las leyes del gran Dios, y lo blasfemaron, y lo maldijeron, y lastimaron a su prójimo…o tan solo no creyeron en el. Debe ser el lugar más espantoso que pueda existir. Si. Seguro que si…pero ahí quiero ir yo cuando muera. Si, como leíste. No estas equivocado, no hay error de tipéo, no estoy loco, no…a la casa de Lucifer, Satanás, el diablo, Mefistófeles, o como quieras llamarlo. No quiero ir al cielo como vos, no quiero llegar al paraíso y abrazar a Dios, y saludar a mi abuela, esa vieja insoportable que toda su vida le hizo la vida imposible a mamá y nunca me quiso. Porque de seguro ella va a estar ahí, junto al cura de la iglesia del barrio -ese que me tiraba del pelo cuando lo tenía muy largo, y llegaba en un Peugeot 306 a la iglesia-, porque ella siempre iba a misa, llevaba ropa para el cotolengo, y siempre, siempre leía la Biblia y hasta a veces me obligaba a leerla a mi. Imagino como habrá empujado a la gente que hacía cola en las puertas del paraíso, para entregarle su pase a San Pedro, con una asquerosamente falsa sonrisa como diciendo “no sabe cuanto lo admiro Don Pedro…”. Supongo que debe ser un lugar bastante agradable, limpio, bonito, y con tantas flores como gente aburrida. ¿Y después que? claro, ser feliz eternamente, convivir en armonía con tu prójimo, ese que se gano la vida en el cielo… entonces, ¿eso quiere decir que nunca más por el resto de la eternidad podré ver a mis amigos, ni a mi mamá?.¿ Eso significa que voy a pasar el resto de la eternidad con mi odiosa abuela, con el cura del barrio, con los Papas que han sido los representes de Dios en la tierra, con los santos y los apóstoles, y tal vez con Gilda, a la cual la gente la considera una santa?. Porque estoy seguro que ninguna de mis amistades se ha ganado el famoso ticket, que incluye una consumición de un vaso de la sangre de cristo (o en su defecto vino barato) algunas hostias para acompañar, y todo lo que resta de la existencia en el Paraíso-pop. Claro, para mi fueron excelentes personas, pero no dejaron de pecar. Nunca. Jonás, quien fue mi mejor amigo desde que tengo uso de la razón, es una de las pocas personas que conocí que nunca, nunca, hizo daño alguno a nadie. Era tan bueno hasta el punto de ser tratado de tonto, y era capaz de entregar su vida por nuestra amistad… por mí. Hubiese sido un digno merecedor del tan ansiado paso hacía la “eterna felicidad”. Lamentablemente se suicido por una mujer, y como dice por ahí, en alguna parte de la Biblia, quien se suicida se va al infierno. De cabeza a quemarse los pies por siempre. Pero claro, como contrapartida tengo que si voy al cielo, voy a poder saludar y pedirle un autógrafo al Papa Urbano el organizador de la primer cruzada, o a Adhemar de la Puy, su primer súbdito dispuesto a morir (y matar) por una increíblemente estupida causa. O a algún miembro del KKK…no se…ellos creían mucho en Dios…tal vez la raza Aria sea realmente la elegida por el señor, tal ves los judíos sean defectuosos realmente. Lamentablemente nunca más voy a poder estar con mi madre, que aunque haya sido la mejor del mundo, cometió sus pecadillos, como separarse de papa (ese si que se gano justamente el infierno), no creer ni un poquito en la iglesia o Dios, y consumir alguna que otra droga en su juventud, obviamente sin arrepentirse de nada. Derechito al Infierno, a saludar a mi tío, mi tío José… el pobre murió de SIDA, era gay y le encantaba el sexo promiscuo por diversión, aunque nunca daño a nadie y fue una buena persona, se pasó de la raya traspasando los límites impuestos por el gran señor. Claro, no voy a poder ver al amor de mi vida, Matilda, con quien alguna vez fumamos un porrito, o robamos algunos comestibles de algún almacén del barrio en tiempos difíciles, o nos la pasamos maldiciendo y preguntandonos quien será Dios…porque de creer en el ni hablar. Ella es todo para mí, pero es una pecadora más. Aunque si voy al cielo, amen de no poder verla, voy a poder tener una interesante charla con la virgen María, la esposa de José, padre de Jesús, mujer la cual nunca tuvo sexo, ni se emborrachó, ni bailó. Ella que seguramente nunca hizo feliz a su marido, seguro tendrá muchas cosas interesantes para contarme…seguro. Pero ya con quien pueda charlar en el cielo no me interesa, esas cosas ya no me preocupan, porque creo haber echo bastantes meritos en mi corta vida como para ganarme la entrada al lugar más caluroso que existe, en donde no voy a tener que soportar a mi abuela, ni a ningún monaguillo tonto. Claro, puede que arda en el fuego eterno mientras cientos de diablillos me claven sus tridentes por todo el cuerpo haciéndome sufrir horriblemente, pero mientras tanto podré ver a Jonás, a mamá, a Matilda, quizás a mi tío…y si tengo suerte tal vez me toque sufrir cerca de Nietszche, o Platón, o Einstein, o Shakespeare, o los Beatles, o Bob Marley, o Cortazar, o Bertarnd Russell, o… o algún indígena que nunca creyó en Dios porque nunca tuvo la oportunidad de conocerlo, pero que seguro va a tener alguna historia interesante que contar…
No se vos, pero yo ya lo tengo decidido. Sí, ya lo tengo decidido. Cuando me muera quiero ir al infierno.
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