Vicente abrió los ojos, sintió el tic-tac del reloj que marcaba las 3.00 am, pensó con alivio que aún le quedaban 4 hrs para dormir. Acomodó su almohada y cerró los ojos para volver a recuperar su sueño, pero en ese instante una gota de agua, en algún lugar de la casa se entretenía golpeando una superficie. Apretó los dientes, que ruido tan molesto, cómo era posible que no lo hubiera oído antes, el cansancio y el frío no le permitían levantarse de la cama, cubrió su cabeza con las frazadas e intentó continuar con su apacible sueño, pero ahí estaba el glup, glup, glup. volvió a moverse entre las sábanas, escuchó la gota y contó, 1, 2, 3, 4, 5 y volvió a oírla. Eran cinco segundos, cinco segundos de silencio, para luego interrumpir la tranquilidad de la noche, tenía solo cinco segundos para internarse en un profundo sueño, pero eso no bastaba, no era suficiente.
El frío aire de invierno golpeó la ventana, extrañamente entreabierta, haciendo un enorme esfuerzo se sentó en la cama, buscó a tientas las pantuflas y camino arrastrando los pies hasta la ventana, movió la cortina para asegurar el cerrojo y entre los arbustos vio algo moverse. Se restregó los ojos dormidos y con la manga del pijama limpió el vidrio empañado. Afuera, detrás de los arbustos una sombra humana vigilaba la casa del frente, podría ser un hombre, por la robusta forma de su cuerpo, estiraba el cuello tratando de ampliar su visión. Vicente se estremeció, se encendió una luz del segundo piso de la casa que vigilaba atentamente el desconocido y ante el reflejo de la luz, pudo ver que el hombre estaba vestido con ropas oscuras y llevaba un gorro de lana que le cubría la mitad del rostro. Al cabo de unos minutos la luz se apagó y la puerta principal de la casa se abrió, dando lugar a una silueta femenina, envuelta en un abrigo para esquivar el frío de la noche. La sombra comenzó a avanzar agazapado como un león a punto de atrapar a su presa. Vicente sintió como su corazón palpitaba, quedó inmóvil detrás de la ventana, cuando la sombra desconocida ya a pocos metros de su victima, se abalanzó sobre la mujer y Vicente pudo ver el reflejo del cuchillo que se hundió en la espalda de la mujer. La figura femenina se desplomó en la acera, frente a su casa. Vicente corrió a la calle en pantuflas y pijama, el bulto yacía inmóvil en el suelo y el hombre que había atacado a la mujer no había dejado ningún rastro. Vicente, cerca de ella, oyó susurrar palabras que no comprendía, tomó el cuerpo en sus brazos y sintió como un tibio liquido se esparcía por sus manos y vio como la sangre de la mujer goteaba manchando el cemento y al caer hacía un fuerte sonido……….glup, glup, glup. Vicente abrió los ojos sobresaltado, volvió a sentir la molesta gota, suspirando se sentó en la cama, buscó a tientas las pantuflas y camino por el pasillo arrastrando los pies hasta el baño, cerró la llave, volvió a su cama, se cubrió con las frazadas, acomodó la almohada y se volvió a dormir. El reloj marcaba las 5.00 am, aún le quedaban 2 hrs para descansar.
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