A: Perdone, ¿me podría decir si este agua es potable?
B: Si.
A: Gracias.
...
A: Disculpe si le vuelvo a molestar, pero si ¿a qué?
B: A lo que usted me ha preguntado. ¿Qué insinúa? ¿Qué no le estaba escuchando y le he dicho si porque si?
A: ¿Qué significa eso de porque si?
B: Pues que si, vamos que por decir algo.
A: Oiga, si me esta hablando por eso no hace falta.
B: ¿No hace falta que?¿A qué se refiere?
A: A por decir algo.
B: Yo me refería a lo de porque si.
A: Ah, entonces si.
B: Pues si.
A: Oye ¿se está quedando conmigo, o que?
B: ¿Qué de qué?
A: Mira dejémoslo.
B: Dejémoslo. Hay casos sin solución, y no va por usted. Lo digo porque ¿qué tenemos que dejar?
A: La conversación. Porque está claro que usted no me entiende.
B: No, perdone, es usted el que no comprende lo que yo le contesto.
A: Claro que si le entiendo, perfectamente. Usted a dicho que si.
B: Entonces ¿porqué vino a preguntarme otra vez?
A: Porque el si, si que lo había entendido. Está claro que si, es si. Pero... si ¿a que?
B: A la pregunta que usted me formuló y que yo como gran filósofo que soy entendí.
A: ¿Si? ¿De verdad que si?
B: Mire... no se pase. ¿Ahora a que se refiere con esos dos si?
A: A que yo también soy un filósofo y a que si.
B: Así que los dos somos filósofos entonces será mejor que nos despidamos.
A: Si.
B: ¿Si a qué? Que no...que es broma....
A: Vale, adiós.
B: Adiós.