Jeca cerró la puerta del cuarto despacio y se dirigió hacia la escalera, no imaginaba porque su madre podría estar allá arriba, pero era el único lugar que faltaba revisar.
Aquel cuartucho en la azotea tenía una ventana grande, como era el lugar mas alto de la casa aún la luz del atardecer iluminaba por la ventana.
- Mamá…?
La doña estaba sentada sobre un banco, a Jeca le pareció muy pequeña comparada con el baúl de Flor su hermana, que estaba abierto frente a ella.
- mama que haces aquí? Te estuve buscando… pensé que habías salido…
- humm, así? pues nada hija, nada – y mientras hablaba la doña metía lentamente un bulto de papel en el baúl – yo sólo… pues yo solo estaba ordenando algunas cosas en la cocina y encontré algo, pues esto que no nos acordamos de guardar entre sus cosas – y mientras respondía tomo del piso una taza de té y empezó a envolverla con delicadeza en el papel.
Jeca la reconoció al instante, era de un viejo juego de tazas de té que desde siempre estuvieron hasta el fondo del repostero, por la forma de las tazas sabia que esa vajilla era muy vieja, las tasas eran blancas con los bordes y las asas doradas y el dibujo de una rosa roja justo al frente, los platitos que aún estaban en el piso también tenían ese borde dorado y la dichosa flor a un lado, desde que descubrió la existencia de semejante vajilla su mayor deseo había sido el poder tirarla alguna vez, había pensado que nunca en su vida encontraría cosa mas fea que esa.
- porque las pones entre sus cosas?
- Pues porque son suyas… ella las quería
- Que dices…?
- ella me las pidió. Ya hace mucho tiempo… cuando era chica, creo que fue la primera vez que soñó con casarse. Las quería para ella, me dijo que eran las tazas más bonitas que tenia.
Las manos de la doña doblaban mecánicamente el papel mientras miraba a través de la ventana, talvez tuviera los ojos humedecidos.
- yo lo vi en su mirada… cuando nos pusimos a coser las cortinas de su casa, cada vez me decía que si tuviera que escoger una sola cosa que llevarse serían estas tasas, soñaba con su vida de casada, soñaba con tomar el te de la tarde en estas tasas, soñaba con el invierno acurrucada en el sofá con su esposo, soñaba regresar con él de la mano después de misa, soñaba con eso, soñaba con tantas cosas… era lo que ella quería.
Y la doña volteo la cabeza para colocar la taza recién envuelta junto a las otras.
La luz se hacia escasa, Jeca pudo ver en su mente, dentro del baúl, la foto de su hermana, abrazo a la doña por la espalda, era mejor así, porque si la doña le retornaba el abrazo era probable que llorara, ya tenia bastante con el esfuerzo que hacia por apartar el recuerdo de la risa de su hermana, la ultima tarde que pasaron juntas, mientras compraban, paseando, riendo…., su hermana querida, siempre iban tomadas del brazo porque sino Flor tropezaría, ella siempre iba lenta, al verla parecía tan indefensa que solo se deseaba protegerla, su hermana, algo torpe, siempre ingenua, siempre amada… era tan linda, Jeca no podía explicárselo, era cierto, tenia tantos sueños, había preparado tantas cosas para su boda, ¿Por qué paso eso? ¿Por qué ella? ¿Por qué así? pero era mejor no pensar, no pensarlo para nada, cuando lo hacia el vació amenazaba con dominarla.
- mama es mejor que yo termine anda baja, se hace tarde y hace frío.
- pero lo harás con cuidado hija? No quiero que se dañen…
- Pues claro señora, como podría dañar unas tazas tan hermosas…que además eran de ella, no, no te preocupes, vamos baja, yo termino y te alcanzo.
La doña bajo con cuidado, cada paso, hasta perderse en la escalera, las sombras crecían a su paso, el sol se ocultaba rápido, tal vez fuera que era él quien lloraba callado, tal vez lo hacia porque no quería que lo vieran |